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¿Le pasa algo a tu hermana?— preguntó mi abuela, desconcentrándome de la asignación que ella misma me había dado, que consistía en cortar la sandía en cubitos. Dejé el cuchillo sobre la tabla de picar.

—Se distanció de su mejor amigo recientemente y no ha sido fácil de asimilar para ella— le expliqué.

Terminó de cortar los mangos y los pasó a un recipiente transparente de plástico.

—¿Hablas del chico bonito que vino una vez?— volvió a preguntar haciendo memoria.

—Sí, ese mismo.

—¿Le hizo daño a LeeNi o fue algo mutuo?

Acercó hacia ella la tabla en la que yo estaba picando la sandía para terminar de hacerlo por su cuenta.

—A lo que LeeNi me contó fue él quien decidió terminar la amistad, pero conoces a mi hermana, ella se encargó enseguida de cortar lazos.

—Las personas van y vienen, es el camino de la vida. Es natural ir perdiendo amistades con el tiempo.

—Lo sabe, pero es difícil comprenderlo cuando estás pasando por eso. Me imagino que debe ser muy doloroso superar una ruptura, especialmente cuando tú jamás tuviste la intención de separarte de esa persona. Sólo espero que su corazón sane pronto.

—Así será, mi niña nunca se deja vencer y menos con el estómago lleno.

—Oh, ya veo. Barriga llena, corazón contento— pronuncié el tan famoso refrán haciéndola asentir con una sonrisa.

—¿Puedes sacar las uvas del refrigerador?— me pidió.

Accedí de buena gana.

—La sandía y las uvas son sus frutas favoritas, ¿pero por qué el mango?— pregunté confundida.

Min LeeNi detesta el sabor del mango.... Y de la piña, a decir verdad, si lo pienso con detenimiento mi hermana aborrece varios -por no decir muchos- alimentos.

—Ese es para ti, ¿o me dirás que no hay nada que te tiene preocupada y que es invento mío?—su perspicacia era increíble.

—No hay nada que pase desapercibido ante tus ojos, en eso eres igual que mi madre.

Terminó de cortar la sandía y al igual que lo hizo con el mango, colocó la fruta en un recipiente, asegurándose de llenar el resto de su capacidad con uvas.

—¿Será porque yo también soy una?— me dijo divertida—Sabemos leer perfectamente el estado de ánimo de nuestros hijos sólo con ver sus rostros, basta con verlos atravesar la puerta después de llegar de la escuela para percibir si fue un buen o mal día.

—Mamá dice lo mismo, supongo que es totalmente verídico.

—¿Me quieres contar qué sucede?

—¿Por qué no mejor le llevo primero la fruta a LeeNi?— intenté desafanarme.

—Puedes hacerlo— me dijo, pasándome el recipiente—Aún así te estaré esperando en el mismo lugar.

Sonreí, librarme no sería cosa sencilla.

Agarré un tenedor y me encaminé a hacerle entrega a mi hermana de su inesperada merienda, me entretuve un ratito debido a SeungHee, fue por ese motivo que al regresar a la cocina los utensilios que habíamos ocupado ya estaban lavados y mi abuela me esperaba sentada en el comedor, con el recipiente de mango aguardando por mí.

—Es delicioso, nunca comprenderé por qué a LeeNi no le gusta— hablé justo después de meter un trozo de fruta a mi boca.

—Tiene gustos y preferencias muy definidas, siempre ha sabido reconocer lo que quiere para entonces poder alejar de ella aquello que no. Desde niña se ha caracterizado por ello, en cambio tú...— rió nostálgica—Todavía recuerdo como duraste años comiendo zanahoria en los platillos que preparaba tu madre a pesar de que te disgustaba la textura y sabor. Lo hacías porque te apenaba ser una molestia y hacer sentir mal a la cocinera en cuestión.

SACRIFICE || Wonho || / REESCRITA/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora