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Abrí mis ojos con pesadez, parpadeé repetidas veces acostumbrándome a la iluminación de la habitación.

¿Dónde estoy?

Tanteé el colchón sobre el que estaba acostada y apoyando las palmas de mis manos me impulsé hacia adelante para poder sentarme, solté un gemido de dolor llevando mi mano a la cabeza.

—Despertaste.

Dirigí mi mirada hacia Lee HoSeok, lo vi guardar su celular dentro del bolsillo de su pantalón para por consiguiente acercarse a mí. Con amabilidad me ayudó a sentarme en la camilla.

Estábamos en la enfermería, lo supe al inspeccionar la habitación en la que nos encontrábamos.

—Estaba muy preocupado por ti, la doctora Choi no está y KiHyun no contesta el celular.

Puso su mano sobre mi frente para checar mi temperatura. Moví mi cabeza, desconcertada por su inesperada acción.

—Estás helada.

Levantó su mano una segunda vez con intención de corroborar mi anormal temperatura corporal, pero se lo impedí girando mi cabeza hacia la derecha.

—Por favor, TaeRi— me pidió.

Colocó una de sus manos detrás de mi cuello acercándome hacia él de manera delicada, su pulgar dejó varias caricias casi al final de mi mejilla, rozando el lóbulo de mi oreja, como si estuviera tratando de tranquilizarme en lo que él revisaba mi temperatura con la otra mano sobre mi frente.

El contacto visual que evadí hace unas horas en la cafetería, se hacía un hecho esta vez. Me sentí asustada cuando me vi a mi misma incapaz de despegar mi mirada de sus ojos, aunque eso no fue lo peor, hubo una cosa aún más aterradora, el aroma de su sangre se potenció a un nivel inimaginable, lo necesario como para que una especie de adrenalina recorriera todo mi cuerpo.

Lo empujé y enredándome un poco con la sábana que tenía encima, logré bajar de la camilla. Miré hacia la ventana, el sol seguía radiante allá afuera, entonces ¿por qué me sentía así?

Debo irme— hablé apresurada.

Espera a que la doctora Choi te revise, hace apenas unos segundos estabas inconsciente.

Caminó hacia mí. Lo rodeé para poder llegar a la puerta, fue un intento inútil de escapar porque los mareos regresaron a mí a los tres pasos que di.

—¡TaeRi!— corrió enseguida para ayudarme.

Me levantó en brazos provocando de manera involuntaria que mi rostro quedara a la altura de su cuello, en definitiva se sentía como una tortura, la exquisita fragancia de su sangre inundaba mis fosas nasales.

—Aléjate de mí— espeté malhumorada, no sabía cuánto tiempo más iba a ser capaz de resistir.

—Te desmayaste, es por eso que estás confundida, necesitas volver a recostarte.

Me sentó en la camilla.

—Te arrepentirás si no te vas ahora.

—No voy a dejarte sola, no me interesan tus advertencias.

Este cierre de ciclo no se comparaba con los anteriores que había tenido a lo largo de mi vida, era distinto.

SACRIFICE || Wonho || / REESCRITA/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora