Capítulo 4

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Capítulo 4

Lo nuestro es un amor para la historia,

Cada memoria nos marcará la vida entera...

Esteban tocó con sus labios los de ella... Así de imprevisto...

María cerró los ojos y abrió la boca por causa de él, Esteban la abría con la suya.

El contacto fue anhelado, pero no duró más que unos segundos.

María lo apartó cuando fue consciente de lo que hacían.

-Recepción-

Como jefe le molestó que los empleados se alborotaran con el escándalo y abandonaran sus puestos de trabajo, pero, como hombre le gustó que todos se alegraran con el regreso de María.

Eso solo demostraba la clase de persona que era ella...

Arturo salió del elevador conmocionado.

"¿Qué pasó Esteban?? Acabo de encontrarme a Fabiola en el estacionamiento, iba mal." - No se percató de la pequeña reunión de empleados en el lobby.

"Hablemos en mi oficina..." - Echándole una mirada a María, rodeada de sus compañeros.

Ella también lo miró, incluso le medio sonrió... Y pudo leer de sus labios un "Gracias", cuando quien debía agradecerle era él a ella.

5 de la tarde y antes que María pudiera quedar con nadie, Esteban la llamó a su oficina.

"Dígame señor..." - Frente al escritorio.

"¿Estás más tranquila...?" - Desde su silla.

"Sí, quería agradecerle por pedirme que me quede, pero no debió pelear con su novia por causa mía, ella creerá..."

"No me importa lo que Fabiola crea, además ya no es mi novia, creí habértelo dicho."

"Los novios siempre tienen peleas..." - Dijo María mirando a hacia abajo.

"Esto fue definitivo, por eso, no podrás negarte a que hoy te lleve a tu casa, ya no soy un hombre comprometido..." - Una ceja se alzó y sus labios se curvaron.

"Con una condición..." - Pidió María.

"Lo que tú quieras..." - Ofreció Esteban.

Esperar a que todos se hubieran ido, claro que él como hombre habría querido cualquier otro pedido, pero María no quería levantar habladurías.

Y bueno, no tocó el tema del beso, él tampoco lo haría.

Esteban San Román era la personificación perfecta de un caballero, le cedió el paso hasta que llegaron al coche, y ahí le abrió la puerta, ayudándola a entrar.

Un auto deportivo y bastante compacto.

Cuando Esteban se metió al coche, el espacio quedó más reducido aún, no solamente por ser un hombre alto, sino porque María estaba nerviosa...

"¿Te gustaría cenar antes...?" - Lanzó la pregunta.

"No, gracias."

"¿Qué hay de una bebida? Un café por ejemplo..." - Esta vez cruzó los dedos.

"Es usted muy amable, pero ya hace mucho trayéndome a mi casa."

"Para mí no es ninguna molestia..."

**********

Una hora más tarde, Esteban no sabía cómo calificar lo que había pasado con María. No le aceptó la invitación a cenar, ni a un café, ni un helado, menos lo invitó a pasar a su departamento.

Un Amor para la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora