Capítulo 28

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Capítulo 28

Con desgano, dejaron de besarse.

"No te muevas de la cama." — Pidió Esteban. — "Tampoco te vistas" — Poniéndose la camisa.

Pero ella sí se vistió, aunque se quedó bajo las sábanas.

Fue él quien atendió.

"¿Qué se te ofrece Patricia?" — Con tono serio.

"¿Los desperté...?"

"No..." — Respondió Esteban. "¿Pasa algo??"

"¿De casualidad María trajo algodón? Necesito quitarme este barniz de uñas..."

"Sí tengo, ya te lo busco..." — Contestó María desde la cama y pasó directo al baño.

"¿Qué estaban haciendo, eh?" — Se interesó Patricia. — "De seguro platicando... Qué aburridos son... Vamos con los demás a seguir jugando..."

Esteban la ignoró, y esperó a que María volviera para deshacerse de Patricia.

Apenas cerraron la puerta, él la tomó en sus brazos.

"Ellos no saben que tú y yo tenemos un juego más divertido... Y placentero..."

"Esteban..." — Sintiendo los labios de él en su cuello.

"¿En qué estábamos...?" — Quitándole la blusa y cayendo a la cama encima de ella.

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Los labios de Esteban bajaron beso a beso por el abdomen de María... Sus manos se enredaron en la cinturilla de la ropa interior y terminó de desnudarla.

"Me gustas tanto..." – Susurró él arrodillado y abriéndole las piernas.

La besó en la pelvis, antes de agachar la cabeza y estampar sus labios contra la parte más sensible de su anatomía.

El cuerpo de María se contrajo por el placer al primer contacto, su boca le causaba tanta satisfacción...

Soltó un gemido que muy bien pudo ser escuchado... Mientras Esteban con su lengua la acariciaba sin descanso.

Su boca la estaba devorando con ansias... Ella se agarró a su cabello, gimiendo sin control...

¿Y cómo hacerlo cuando él le lamía aquella zona tan íntima...?

"No podemos despertar a Héctor..." – Dijo María en medio de un intenso placer.

"Shhh..." – Se detuvo él por un momento. – "Vamos a hacer silencio..."

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Las caras de todos en la sala eran de completa fatiga, decían ser amigos pero la verdad era que no se soportaban.

Y mientras los hombres seguían con el juego de cartas y las bebidas, las mujeres imaginaban lo que podía estar pasando en la recámara entre María y Esteban, a excepción de Carmela que se unió al juego.

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María todavía disfrutaba de su liberación, cuando Esteban la penetraba, loco por saciar su propio instinto...

La agarró de la cintura y le dio rienda suelta a sus envites... Entraba y salía, con una agilidad que a su mujer la hacía vibrar.

Ella por su parte, causaba la fricción necesaria que a él le fascinaba y lo excitaba tanto...

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Héctor se despertó a las 5 de la mañana hambriento.

María le dio el pecho en la cama y se volvieron a quedar dormidos ahí mismo, junto a Esteban semidesnudo.

Un Amor para la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora