Capítulo 26

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Capítulo 26

Esteban reaccionó de inmediato.

"No lo pienso hacer, yo no invito a mujeres que no sea la mía a ningún lado." — Dejó claro él. — "Ahora tengo que irme."

"No me digas que irás con María a que le pongan las vacunas a tu hijo..."

"Sí, precisamente eso es lo que haré en este momento. Y deja de acosarme. ¿O quieres que que tu marido sepa la mujerzuela con la que se casó??"

"¡No te permito que me insultes!" — Intentó abofetearlo ella, pero Esteban fue más fuerte y le detuvo la mano.

"Compórtate como una mujer decente entonces. Y no te aparezcas más por aquí o pediré a seguridad que te nieguen la entrada."

"No serías capaz..."

"Ponme a prueba..."

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El llanto de Héctor a la hora de las vacunas, las molestias, dolores y el sangrado de María, normal después del parto, eran situaciones que a Esteban le hubiera gustado evitar o al menos controlar, pero era imposible en su humanidad.

"Quizás fue muy pronto para que saliéramos..." — Se lamentaba él cuando volvían en el coche.

"Mi amor... Ya escuchaste al doctor..." — Tomándole una mano.

"Sí, debes descansar... Estás muy desvelada..."

"El bebé se despierta por las noches y tengo que atenderlo..." — Le acarició la mano entre las suyas. — "¿Regresarás a trabajar hoy?"

"¿Quieres que me tome la tarde libre?" — Le sonrió Esteban.


MANSION SAN ROMÁN

Llegaron y Héctor estaba un poco más calmado del llanto en brazos de su mamá.

Esteban cargaba tanto la bolsa del bebé como la de María.

En la segunda planta los encontró Alba.

"Dame eso, Esteban... Tú debes irte a trabajar..."

"Gracias tía, pero voy a quedarme..." — Caminando detrás de María.

Alba fue a quejarse con Carmela, esta vez de su sobrino descuidando los negocios.

Pero para Esteban lo más importante era su familia, siempre.

Y para muestra, ahí estaba él preocupado por el bebé, que lloraba cada vez que María intentaba dejarlo en la cuna o en la cama.

Aunque tampoco era justo que su esposa no descansara.

Por eso tomó a Héctor de sus brazos y aunque lloró fuerte al principio, se fue calmando cuando lo arrullaba y se acostumbró al calor del papá.

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El estreno en sociedad del pequeño Héctor fue al próximo sábado, en el Club de polo, en el que su padre jugaría.

Fue Esteban quien bajó la carriola del maletero, y María metió al bebé dentro.

Caminaron juntos, él empujando el carrito, y todos vieron a San Román en una faceta desconocida, la de padre de familia.

Los miembros del equipo se acercaron a conocer a Héctor y a saludar a María, entre ellos Arturo.

Y los comentarios amables de siempre no faltaron, así como hubo otros que cuestionaron que llevaran un recién nacido a un lugar concurrido.

Desde la terraza y bajo una sombrilla, María observó todo el juego, sin descuidar el bebé por supuesto.

Un Amor para la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora