Capítulo 2
Lo nuestro es un amor
Que escapa la razón...
Violento como el fuego que no quema...
"Soy una tonta..." - María jamás se había sentido tan apenada. - "Creí que el Sr. San Román sería..."
"Más viejo..." - Completando ella la frase. - "Eso le pasa a todo quien no lo conoce. El papá de Don Esteban murió hace años, desde entonces es él quien lleva las riendas de las Empresas San Román..."
"Qué despistada soy... Debí saberlo..."
"Tampoco es para tanto, a pesar de lo serio que es, le dio gracia que lo confundieras... Sonrió y todo..."
"Pues claro, ¿cómo no va a reírse de mi impertinencia...?"
~Presidencia~
"Acabo de conocer a tu nueva secretaria..." - El mejor amigo de San Román entró y se sentó frente a su escritorio.
"¿Te confundió...? ¿O supo quién eras...?" - Esteban jugaba con su lápiz.
"Tengo mi gafete... ¿por qué iba a confundirme? ¿O cómo...?"
"Lo hizo conmigo cuando llegué..."
"Es muy joven..."
"Sí... Más de lo que pude haber imaginado..." - Pensando en voz alta.
"Además está muy guapa..." - Hablando con un poco de sorpresa.
"No me digas que te gustó. No mezclamos nunca el trabajo con el placer, Arturo." - Sentenció Esteban.
"¿De qué hablas?? Sabes que a mí me gusta Patricia..." - Le recordó a su amigo.
"¿Y estás seguro que tú le gustas a ella...? - Cuestionó con un tono cuidadoso.
"Sí..." - Con una sonrisa de emoción.
~Recepción~
El teléfono sonó y María se alarmó.
La otra chica, con más experiencia ni siquiera se inmutó.
"Vamos María, contesta. Ya sabes qué decir, es el jefe."
Más nerviosa se puso ella al saber que se trataba del Sr. San Román.
"Dígame Sr. San Román, ¿en qué puedo ayudarlo? - Apenas acabó la frase cuando ya estaba recordando la situación vergonzosa de hace unos minutos. - Lo siento, quiero decir...
La voz autoritaria y fuerte se escuchó del otro lado del auricular.
"Necesito que vengas a mi oficina." - Entonces su voz se suavizó solo un poquito. - "Por favor."
"Sí señor." - Levantándose disparada de la silla.
"Trae papel y bolígrafo."
~Presidencia~
El guapo presidente contemplaba la vista de la ciudad a través del ventanal de su oficina.
Un suave toque en la puerta, al que él autorizó la entrada al mismo tiempo que daba media vuelta.
"Toma asiento María, quiero que tomes nota." - Con sus manos en el espaldar de la silla donde quería que ella se sentara.
"Sí..." - Bastante nerviosa, que todo le temblaba.
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Un Amor para la Historia
Fiksi Penggemar¿Cómo se conocieron María Fernández Acuña y Esteban San Román? Un amor y una historia que ha inspirado a muchas otras más...