Capítulo 3

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Capítulo 3

Hablan de un amor casi imposible

Excitante e impredecible

Que acaricia y atropella...

Fue como si el piso se le moviera... Su jefe estaba comprometido en matrimonio.

Adentro, y al teléfono, Esteban cerraba los ojos de frustración mientras oía el reclamo de su novia.

"Me dijeron que te vieron con una mujer, con tu secretaria, ¿ahora también te interesan tus empleadas??" - La histeria hecha vida, esa era Fabiola Morán.

"Por favor Fabiola, sabes cuánto odio tus celos enfermizos."

"¿Enfermizos?? Eres un mujeriego empedernido, Esteban y si no me dieras motivos, no te celaría."

"Estoy ocupado y no pienso discutir también por teléfono. Cuando te calmes me buscas."

Aunque si no lo buscaba muchísimo mejor, esa sería la solución a su gran problema.

>> El resto de la tarde transcurrió aparentemente normal, María cumplió con cada pedido de su jefe, en cuestión de documentos, llamadas, información, etcétera.

Pero al prestarle un poquito más de atención, notó que no le había sonreído ni una vez y que evitaba mirarlo a los ojos...

"María..." - Su voz retumbó en la oficina, antes que ella saliera.

"¿Si señor...?" - Debatiéndose entre girar o no, pero lo hizo.

"¿Estás bien...?"

"Sí, si no se le ofrece nada más, ¿puedo irme a mi casa?"

"Yo te llevo." - Puesto en pie, buscó las llaves del coche.

"No, por favor no."

"¿Por qué no?"

"No está bien..."

"Lo mismo me dijiste con lo de la comida, María, ¿qué de malo le ves?"

"Su prometida podría enojarse."

Entonces ya lo sabía, no es que Esteban lo hubiera intentado ocultar, pero no creyó que aquello cambiaría en algo.

"Fabiola... Ella es..."

De hecho ya estaba furiosa.

"¿Puedo irme señor San Román?" - Suplicó María.

"Que descanses María..." - Terminó por acceder Esteban.

**********

Su pequeño departamento le pareció todavía más minúsculo a María cuando llegó.

Desde que salió de las empresas, estuvo pensativa... Y triste, era la verdad...

Una parte de ella se había estado haciendo ilusiones... Con algo imposible... Algo que simplemente no podía ser.

***********

La majestuosidad de la Mansión San Román no le servía para nada a Esteban.

De pronto sentía que no era feliz... Que tenía dinero, trabajo, salud, pero nada de eso era suficiente... Necesitaba algo más...

Entonces una voz irritante surgió de la sala.

Un Amor para la HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora