C A P Í T U L O 4

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Celeste.

Eran las ocho de la mañana y yo seguía observando el techo, pensando en lo que era y lo que podía ser. Las palabras de Bruno daban vueltas en mi cabeza una y otra vez, creando más incognitas de las que ya tenía. ¿Debía creerle?, ¿qué quiso decir cuando mencionó a mi creador? Era obvio que no se refería a mi padre, esa idea quedó fuera cuando habló del caballero oscuro, aunque no podía descartar nada. A penas mencionó aquellas palabras la primera persona que apareció en mi mente fue Nick y la manera en que su cuerpo se tensó cuando hablé sobre el mismo en el bosque. ¿Acaso aquellos sueños eran recuerdos? Suspiré , me pasé ambas manos por el rostro y tomé una respiración profunda antes de levantarme de la cama. Necesitaba despejar. Nunca pensé que mi vida se volvería tan confusa al mudarme a ese lugar, ni que preguntas tan simples serían difíciles de responder. Pero mucho más difícil era aquel pueblo y el oscuro secreto que escondía en él.

—Buenos días—saludé mientras me sentaba en uno de los grandes sofás de la sala.

—¿Qué tal has dormido?—preguntó mi madre mientras leía una revista de vestidos de novias que tenía en sus manos.

—Bien, supongo—me encogí de hombros—. Mamá.

—¿Uhm?

—¿Cómo era mi padre?—ella levantó la vista y su expresión se tornó sombría.

—¿Por qué la pregunta?

—Solo tengo curiosidad de saber como era, nunca me mostraste una foto de él ni hablamos sobre el tema.

—No tiene caso, tu padre nos abandonó, no entiendo por qué quieres saber de él—respondió, la frialdad en su voz me sorprendió. Nunca en mi vida la había escuchado hablar de aquella forma.

—¿Cómo era mi vida en Wonder Bill antes del accidente en el que perdí la memoria?—cambié de tema repentinamente. Ella volvió a levantar la vista, su semblante se volvió triste, como si hubiera tocado una herida que dolió bastante.

—Eras como una chica normal, tu novio era Edwin, salías por las noches varias veces a la semana, incluso era más loquita que ahora— una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios—. Hasta la noche en que ocurrió el accidente, dijiste que saldrías con unos amigos y en la madrugada llamaron del hospital.

Yo solo asentí, sin decir nada más. Ya sabía todo eso, pero esperaba que me revelara algún dato importante que me ayudara a recordar con más profundidad. El sonido del timbre resonó por toda la sala sacandome de mis ensimismamientos. Louis, el mayordomo apareció por el pasillo de la cocina y abrió la puerta. Por ella entró una pareja de ancianos que no tardé en reconocer. Eran mis abuelos Gregory y Martha. La emoción invadió mi cuerpo y no dudé en correr a sus brazos y abrazarlos con fuerza. La última vez que los vi fue antes de mudarnos a Rosewood después del accidente.

—Los extrañé—hundí la cara es su pecho.

—Mi pequeña—dijo Gregory acariciando mi cabello con sus arrugadas manos—. También te extrañamos.

Me separé de él para abrazar también a mi abuela. El olor de su colonia entro por mi nariz haciendome recordar lo reconfortante que era estar en sus brazos.

[....]

Mallory, mi mejor amiga, también llegó esa mañana. Ella había sido una de las pocas personas que no olvidé y que sin lugar a dudas estuvo conmigo todo el tiempo que pasé en el hospital, era como la hermana que nunca había tenido. Mamá me había permitido invitarla a la boda, pero a diferencia de mis abuelos ella se quedaría temporalmente en la casa de sus tíos, no muy lejos de la propiedad Walter. Decidimos ir al centro de compras y así pasar tiempo juntas.

HADES (Dulce Pecado#1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora