C A P Í T U L O 12

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Dedicado a: katherinelacoke

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Celeste.

Ya había amanecido y ahí estaba yo sentada en el suelo frente al váter vomitando hasta las entrañas. Luego de cepillarme los dientes me recosté en la cama a su lado y solté un suspiro. Sin duda después de lo que había pasado en el bosque la noche anterior mi vida no volvería a ser igual.

Observé su cuerpo enredado entre las sábanas de la cama. Sus labios formaban un tierno puchero y las pestañas rosaban sus pómulos. Parecía un niño pequeño. Acaricié suavemente su cabello lo que lo hizo moverse un poco y elevar la comisura derecha en una sonrisita a penas visible. Era-desde mi punto de vista- la combinación perfecta entre el chico indiferente-distante y el atento-cariñoso, una balanza de cincuenta y cincuenta. Se había sentido bien pasar la noche con él.

Recorrí la habitación con la mirada hasta detenerme en aquella tercera puerta. Me levanté teniendo cuidado de no despertarlo y me acerqué a ella. Estaba abierta, era otra habitación, no tan grande como la suya pero suficientemente grande. En ella había un estante lleno de pinceles de todas formas, tamaños y grosores, estuches con colores, libros, cuadernos, pinturas pero la mejor parte eran los lienzos que colgaban en las paredes. No podía creer que alguien tuviera la capacidad de pintar algo y que se viera tan real, parecían fotografías en lugar de pinturas. Al fondo de la habitación se encontraban cajas con más lienzos dentro y un caballete cubierto por una tela blanca. A pasó lento me acerqué y quité la misma de este, era el lienzo más grande de toda la habitación,pero lo de menos era el tamaño si no lo que estaba en él. Era yo. Mi rostro estaba plasmado allí, tenía incluso la pequeña cicatriz de mi mentón. Estaba sonriendo ampliamente mientras que el aire movía algunos mechones de mi cabello atravesandolos en mi cara. En una de las piezas de madera del caballete se encontraba un colgante muy bonito, el mismo que estaba incompleto en el retrato.

Sin saber que decir o hacer volví a cubrir el lienzo con la tela. Cuando me dispuse a volver me detuve al verlo recostado al marco de la puerta. Aun llevaba puestos los pantalones de pijama, estaba sin camisa y con cara de acabarse de levantar. Abrí la boca para decir algo sin saber exactamente qué.

—Era una sorpresa para tu cumpleaños—dijo y se acercó al lienzo. Tiró de la tela haciendola caer al suelo—. Mi padre me dio la idea. Yo quería pintar a Snowball, ya sabes el conejito de la peli, a fin de cuenta sigues siendo tú— no pude evitar sonreír ante sus palabras.

—Está hermoso pero, ¿dónde van a poner eso tan grande?

—En la sala, claro está—respondió con seguridad guardando ambas manos en los bolsillos del pantalón.

Abrí los ojos sorprendida. Pretendían colgar eso en la sala a la vista de todos.

—Bien, Snowball ahora tendras que fingir sorpresa el día de tu cumpleaños cuando esto aparezca— señaló el lienzo. Lo observó por unos minutos antes de agarrar el colgante, girar sobre sus talones y caminar en mi dirección.

—Mandé ha hacerlo hace una semana—expuso observandolo—.No me gusta ver tu cuello desnudo.

Me quedé quieta siguiendo sus movimientos con la mirada hasta que agarró mi cintura para darme la vuelta y quedar de espalda a él. Movió mi cabello a un lado y colocó la cadena en mi cuello.

HADES (Dulce Pecado#1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora