C A P Í T U L O 16

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Celeste.

Era de madrugada y estaba en mi habitación dormida cuando algo cubrió mi boca y nariz dificultandome respirar. Abrí los ojos asustada encontrandome con una figura vestida completamente de negro y el rostro cubierto por una máscara. Me removí intentando quitarlo de encima de mi pero era demasiado fuerte. Llevó una de sus manos al bolsillo de su pantalón y sacó un pañuelo el cual pretendía llevar a mi rostro. Quería aprovecharse de mi, violarme, o sabía Dios que pasaba por su cabeza. Forzajeé logrando liberar una mano la cual rápidamente alcé  con intención de quitar su máscara pero se alejó un poco por lo que solo pude aruñar su cuello. Aproveché ese breve instante de tiempo para elevar mi rodilla y golpearle en los testículos haciéndolo caer al suelo. Rápidamente me levanté de la cama y agarré la lámpara de la mesita dispuesta a golpearlo, pero el fue más rápido que yo arrebatandola de mis manos al tiempo que con un simple empujón me hizo chocar con el espejo y caer al suelo junto con él cortando superficialmente mi mano y parte de mi brazo con las partes rotas del mismo.

La ventana de mi habitación estaba abierta facilitandole la huída. El ruido del cristal del espejo despertó a todos. La puerta de mi habitación fue abierta permitiendome escuchar la voz de mi madre.

—¡Celeste!—exclamó—.¡¿Qué ha pasado?!—se acercó pero el brazo de Nicholas se atravesó en medio de su camino.

—Hay cristales en el suelo y estás descalza—le dijo empujandola con delicadeza hacía atrás.

Él se acercó para ayudar a levantarme con cuidado de no cortarse.

—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?—volvió a preguntar mamá.

—Ha entrado alguien mientras dormía e intentó cubrír mi boca con un pañuelo pero no lo logró—comencé a explicar—. Quise golpearlo con una lámpara pero me empujo contra el espejo y luego escapó por la ventana.

Al mencionar esta Nelson se acercó a ella para mirar al exterior y examinarla.

—No parece haber sido forzada—dijo después de unos minutos.

—Dejo la ventana abierta todas las noches.

—Pues ya sabes que tienes que cerrarla a partir de ahora o te pasarán cosas peores—me reprochó mi madre depositando un beso en mi cabeza—. ¿Quieres que me quede contigo?

—Tranquila mamá, estoy bien, solo fue un susto.

—Está bien. Si necesitas algo llámame—acunó mi rostro entre sus manos—. En la mañana revisaremos las cámaras de seguridad y no olvides cerrar bien la ventana.

Le di una sonrisa de boca cerrada antes de verla salír. Nicholas cerró la puerta y encendió la luz permitiendo ver las heridas de mi brazo las cuales mi madre no presenció gracias a la oscuridad. Entré al baño siendo seguida por él. Tenía algunos cristalitos incrustados pero nada grave a pesar de la cantidad de sangre que corría.

—Deja que te ayude—dijo.

—Tranquilo, estoy bien—respondí sacando un cristalito del brazo. Solté un quejido de dolor en el proceso.

—No seas terca—quitó el cristal de mi mano y sostuvo mi brazo.

Un silencio se creó entre nosotros, silencio en el cuál él se dedicó a sacar todos los trocitos de espejo de mi brazo. Mi mente reproducía lentamente cada segudo de lo que había pasado intentando buscar algún indicio que me ayudase a reconocer la persona que me atacó pero la única semejanza que encontró mi cerebro fue el caballero oscuro de mis sueños, o quizá recuerdos.

HADES (Dulce Pecado#1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora