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El pelinegro quería que por primera vez la tierra lo tragara.

De vuelta, se habían besado, pero esta vez, inconcientemente, el menor soltó un pequeño gemido. Su rodilla, estaba rosando con la entre pierna del mayor, algo que lo hacía muy incómodo.

Rapidamente se separó del cuerpo del mayor y se volvió a acostar, pero esta vez le estaba dando la espalda al otro.

—Buenas noches.

Fue lo último que dijo para después terminar dormido.

El mayor estaba perdido.

"¿Por qué lo volviste a besar?"

Se quedó en silencio, conversando consigo mismo en su mente hasta que le ganó el sueño y se quedó profundamente dormido.

A la mañana siguiente, Sunghoon amaneció con los brazos adoloridos y un leve dolor en la cabeza. Pero no le tomó mucha importancia.

Se sentó en la cama, y fue cuando se percató de que no era la suya y tampoco la habitación.

Vio a Sunoo salir del baño y apenas empezó a recordar lo que había pasado la noche anterior.

—Despertaste... Prepárate, nos tenemos que ir.

—¿Puedo tomar una ducha? —. El menor asintió.

—En el baño hay varios cajones. Uno tiene ropa interior limpia, en otro hay toallas. También puedes tomar ropa mía. Tengo de tallas más grandes que la mía.

—Gracias.

—Te espero abajo, no tardes mucho —. El azabache asintió y el menor salió.

—¡Mamá! Buen día —. Saludó el pelinegro a su mamá cuando la vio en la cocina.

—Buen día, cielo. El chico de ayer, ¿se quedó aquí?

—Sí, ahora mismo se está bañando.

—¿Es un amigo de la universidad? —. El menor asintió.

—Lo conocí apenas ayer, y adivina quién es su amigo.

—¿Quién?

—Jay. ¡Y ahora está rubio! El negro le quedaba mejor.

—Invitalos a comer.

–No creo qu-

—Señora Kim, buenos días —. Sonó la voz de Sunghoon desde las escaleras.

—Buen día, cielo. Tomen asiento o llegarán tarde.

Vestía unos jeans, playera blanca, sudadera naranja y sus tenis blancos.

"Nada mal". Pensó el menor.

Ambos chicos tomaron asiento y comenzaron a comer el desayuno hecho por la señora Kim.

—Mamá, ¿por qué papá no baja?

—Ya se fue. Tenía una reunión temprano.

—¿Y los mellizos?

Y eso fue como si los hubiesen invocado, pues justo sus gritos y sonidos de sus pasitos, se empezaron a escuchar desde la parte de arriba.

—Ay no...—susurró el menor.

—¡MAMAAAAÁ! —. Ese era el grito del mellizo —. ¡Jeehi me quiere poner sus moños gigantes en la cabeza!

—¡Niños, dejen de gritar! Llegaran tarde a la escuela.

𝑆𝑐ℎ𝑜𝑜𝑙 𝐿𝑜𝑣𝑒 - 𝑆𝑢𝑛𝑠𝑢𝑛/𝑆𝑢𝑛𝑔𝑠𝑢𝑛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora