Park Sunghoon, había regresado a Seul después de cuatro años, pero no se esperaba algunas cosas, mucho menos encontrar el amor.
Sunoo es un estudiante común quien justo en sus primeros días de clase se mete en un lío lo que lo lleva a la felicidad...
La televisión encendida y la película reproduciendo. La casa de los Kim en completo silencio, la ciudad en total oscuridad, sólo con pequeñas luces a lo lejos, y Sunoo y Sunghoon en su habitación, disfrutando de los besos que se daban.
Aunque esto ya no solamente eran besos, ahora habían pequeños gemidos de parte del menor y un Sunghoon mordiendo belfos y cuello del menor. Sunoo agradecía el hecho de que sus padres ni los mellizos estuvieran en casa.
De un momento a otro Sunghoon se sacó la camisa dejando a la vista su gran marcado abdomen. Esto tal vez, sólo tal vez, se había salido un poquito de control, pero lo disfrutaban.
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Besos, caricias bajo la ropa, mordidas, todo. Ahora ambos se encontraban sin sus camisas, Sunghoon había aumentado besos en el pecho del menor, Sunoo lo disfrutaba.
Pequeños gemidos salían de la boca del menor, Sunghoon recorría todo el abdomen de Sunoo con húmedos besos a la par que acariciaba el cuerpo del menor.
La verdad es que ni Sunoo ni Sunghoon se esperaban encontrarse en un momento como este, tan íntimo, justo cuando al siguiente día iban a clases, ¿a quién se le ocurría eso? Solo a dos chicos hormonales que se traen ganas desde el principio y que fingen ser pareja.
Sunghoon estaba harto ya de el pantalón, tanto como el de él como el de Sunoo, al igual que el menor, en un rápido movimiento y con ayuda del otro, se lo sacaron, quedando así más cómodos y libres, casi desnudos.
Normalmente Sunoo se sentiría incómodo, ya que; Sunghoon y él no son nada, y en este preciso momento estaba debajo de él y semidesnudo, siendo acariciado, tocado y besado.
A primera vista se notaba que las manos de Sunghoon eran realmente expertas, sabían lo que hacían. Mientras que por otro lado, Sunoo se dedicaba a apretar las sábanas y gemir como perra en celo, que era casi como se sentía.
De pronto una de las manos de Sunghoon pasó de estar de su muslos, al resorte de su bóxer. Lentamente metió su mano en él y fue entonces cuando Sunoo no supo qué hacer o cómo reaccionar ya que ese era su punto débil.
