Capítulo 9: Guion

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La primera vez que Sonic vio algo que lo dejó anonadado fue cuando logró observar tres zorros bajando de un auto con tanta gracia, uno de ellos contempló la casa antes de ingresar a ella, llevaba un títere consigo y lo abrazaba fuertemente, un adulto lo tomó de la mano para que ingresaran a su nuevo hogar.

—Parecen ángeles —murmuró el erizo de cuatro años—. Scourge, ¿son ángeles?

—No, son exactamente iguales y pueden parecer frágiles, pero son demonios disfrazados y se llevarán a los idiotas de color azul, la más grande es el mismo diablo —expuso el mayor tratando de intimidarlo con caras que Sonic solo vio en una serie que no se volvió a repetir, pero que, en sus sueños, aparecía como una pesadilla.

—¿En serio? —dudó preocupado. Sonic volvió su mirada al que llamó más su atención y retrocedió unos pasos temeroso por la idea de que fueran a asesinarlo.

—No, Scourge, deja de asustar a tu hermano —intervino Alena, su madre, desde la puerta de su vivienda—. Qué bien, llegaron, la extrañaba tanto.

—¿No te da risa ver su cara de pánico? —El erizo verde se acercó a ella para molestar a la pequeña bebé que cargaba—. Ay, Chaos, es horrible, déjala caer para que arregle su fealdad, dámela a mí, yo me encargo, tiene la misma cara estúpida de Sonic.

—Entra —le ordenó—. Usted también, jovencito.

Sonic giró en su dirección y empujó a su hermano para ser el primero en acatar el mandato, haciéndolo caer de bruces. El erizo verde se levantó de inmediato e hizo un gesto vulgar con una de las manos.

—¡Muérete, conche...!

—¡Scourge! —interrumpió su progenitora sorprendida y notablemente enojada por el mal uso del lenguaje. Sonic rio, mas no volteó ni un segundo, corrió hacia el balcón de su habitación para lograr ver a los nuevos vecinos, era emocionante para él. Llevó una silla para no agotarse y miró muy atento a la espera de su nuevo probable amigo.

Esperó mucho, podía oír el alboroto de la otra residencia. La familia recién se encontraba instalándose, lo más probable era que no conociera a nadie el día de hoy.

Ajeno a las discusiones internas del erizo, uno de los zorros se asomó por el balcón que quedaba delante de la habitación de Scourge, pero apenas y lo miró, es más, dio una expresión de repudio. Al cabo de unos minutos, el mismo niño volvió a aparecer y le regaló el mismo gesto.

Se sintió mal, mas continuó aguardando, aunque esta vez con un pequeño fidget toy para no aburrirse o para ofrecerlo como regalo; después de todo, no era suyo: no era su culpa que Scourge dejara sus cosas regadas por todas partes.

Comenzó una pequeña lluvia. No sabía en qué momento, pero se había quedado dormido, una gota en la nariz lo despertó. Suspiró y se estiró, resignado ante la idea de no poder conocer a ninguno de los nuevos vecinos, habría sido divertido, será para la otra ocasión.

—¡Yo tengo uno así!

Sonic se incorporó con rapidez ante el pequeño grito: un zorro, casi idéntico al que vio antes, estaba en el balcón a su delante, llevaba un muñeco y, para la sorpresa del erizo, tenía dos colas.

—Hola —murmuró maravillado ante la imagen que se le presentó, no podía ser un demonio disfrazado, se veía demasiado puro como para eso. El zorro brilló ante sus ojos.

—Mi hermano me lo quitó, pero sigue siendo mío —añadió el vulpino.

—Esto era de mi hermano —aclaró Sonic mientras mostraba el juguete en su mano—. Ahora es mío —declaró con altanería.

El titiriteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora