Capítulo 2: Marioneta

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Tails bajó del auto con una velocidad comparable solo con la de la luz. Escuchó el grito de su hermano tratando de detenerlo, pero él no paró hasta que estuvo unos pasos dentro de su casa.

—¿Sabes, Tails? Pocas veces he tenido la oportunidad de ver tu cara de "la tierra no es plana", ¿qué pasó? —cuestionó Miles cuando ingresó a la residencia.

El menor trató de recuperar el aliento y volteó para enfrentar al mayor.

—¿Qué pasó? ¿De verdad? ¿Eres ciego? ¡Te vi sonriendo!

—Mmm, qué gran sorpresa, debe ser nuevo para ti, quizá lo próximo que te muestre sea... —le sacó el dedo medio—. Ya no puedo ser feliz porque te enoja, ¿es así?

—No te desvíes, sabes por qué, ¿de qué estabas riendo?

—Recordé lo que hice con Scourge antes de que llegaras, no seas paranoico, si hubiera pensado en ti, te habría avergonzado frente a todos.

—Justo cuando el titiritero estuvo a mi lado, no me mientas, ¿por qué te estabas riendo? ¿De mi desgracia?

—Solo se sentó un desconocido a tu lado, muévete —Miles intentó rodear al menor, pero este se movió para impedirle el paso—. Tails, no estoy de humor para tus juegos, muévete.

—¡No! ¿De qué te estabas riendo?

Su tocayo cambió su expresión de neutralidad a una engreída.

—De acuerdo, de ti, ¿no lo sentiste? Estabas ardiendo, no sabía si prender el aire acondicionado, pedirle a Scourge que pare en la estación de bomberos más cercana o que nos lleve al Parque del Amor, porque el erizo a tu lado tuvo un fuerte impacto en tu inestable corazón.

—¿Lo conoces?

—¿Cómo no? Es hermano de Scourge y ha vivido ahí desde siempre, además, no son desconocidos, se hablaban.

Tails trató de recordar algo sobre eso, el titiritero era alguien extraño, ¿es posible no notar a un vecino así?
—Ahora, ¿qué hizo él que te puso así? ¿Existir?

—No, hizo unas marionetas, me convirtió en una princesa necesitada de afecto, convirtió a papá en un rey y a él mismo en mi pretendiente.

—Parece tu biografía, ¿qué está mal? ¿No pintó tus ojos de color zafiro? ¿Solo te colocó una cola?

—Que me haya usado sin permiso está mal, ¿no es ilegal?

—Es para niños, Tails, ni que fuera a llevarse a la pantalla grande.

—¡Sabías de El titiritero! —el menor arrojó su mochila al sofá—. ¿Algo más que me estés ocultando?

—Le gustas, aunque eso ya lo sabes, qué más... —Miles miró a un lado como si fuese a encontrar la respuesta en la pared—. Le debes la vida.

—No es divertido, ¿puedes decirle que no me moleste? Quiero trabajar tranquilo.

—No, ese es tu problema, me parece que quedamos en no involucrarnos en asuntos que no nos incumben.

—¡Yo dije eso! Tú dijiste: "Sí, claro".

—No lo recuerdo, en fin, ¿puedes ir a comprar alguna sopa rápida? No cociné nada —miró las púas en su muñeca.

—Nunca lo haces, yo sí —Tails sacó un monedero pequeño del bolso de su hermano y se dirigió a la puerta—. Casi lo olvido, ¡no le des a Scourge el número del móvil!

—¿Por qué no?

—¡Es el móvil que usamos los dos! Me llamó en la mañana con un "buenos días, bebé, ¿cómo estás?".

El titiriteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora