Capítulo 13: Desenlace (fin 2/2)

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¡Buenas noches! Cositas importantes después de todo este capítulo <3. 

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—¡Come de una vez! —ordenó su madre por quinta vez en la semana, era miércoles 30, vísperas de Año Nuevo. Tails miró el plato intacto en la mesa como había estado haciendo desde hace dos horas, su padre permaneció a su lado, cuidando que Rosemary no se excediera, Miles se había retirado de la incomodidad.

Tails recordó el día viernes, Navidad, el peor día de toda su vida y el que no olvidaría nunca hasta el día de su muerte, seguía masajeando la mano con la que tomó a Sonic y la sensación de recordarlo le dolía, pesaba, como una carga en su interior. No volvería a ver al cobalto y sus pequeños planes de vida se hicieron añicos.

El domingo soñó que alguien le pedía que no llorara, Tails intentó guiarse de la voz y llegar a la persona, pero despertó para su molestia.

—Ni siquiera le hablabas. —Había comentado su hermano el lunes por la tarde, mientras el menor volvía a recostarse en su cama—. Es un poco hipócrita de tu parte.

Tails había continuado llorando luego de eso. Miles se sintió mal, no se quería mentir, pero, si se ponía a contar todas las veces en las que se sintió igual, ambos terminarían en una especie de reunión cariñosa y a él no le gustaba eso.

Tails se levantó el martes cerca del mediodía, ya estaba despierto, dio vueltas en su cama antes de decidir que quería levantarse, su padre le dijo "¡buenos días!", tratando de transmitir una chispa de alegría, Tails balbuceó algo inaudible en respuesta y caminó con la mirada perdida hasta la cocina, donde su madre lo mandó a comprar algo y dejó una lista en la mesa.

—No quiero ir —respondió el menor, intentando sonar lo más calmado posible, su voz se volvió ligeramente ronca y tenía la vista húmeda, casi imposible ocultar que había tenido una mala noche, y era así, desde hace cuatro días.

—Tails, no sé qué crees que pienso de lo que está pasando, me desobedeciste para ver a un actualmente muerto y ahora no quieres seguir tus deberes de...

—Yo iré —interrumpió Amadeus a su esposa—. No tienes que dar un sermón. Tails, ¿quieres ayudarme en el taller esta tarde?

—No volveré ahí —murmuró, su padre asintió y salió de la casa. El vulpino pequeño giró y subió de vuelta a su cuarto con un corazón en trizas, una mente deteriorada y un estómago vacío.

Se recostó en su cama y abrazó la almohada que convenientemente forró de azul. Siguió llorando.

Tails no se consideraba alguien débil, pero se sentía así ahora.

—Es debilidad, decir que no es romantizar, llorar es debilidad —repitió el himno que inventó hace dos días y se aferró al sentimiento de arrepentimiento. ¿Por qué al menos no se quedó con la marioneta del príncipe Sonic?

Tails se sentía peor porque la muerte de quien pudo ser la mejor pareja del mundo fue indirectamente su culpa, solo debía mantener la boca cerrada y lejos de eso se exaltó y actuó terrible.

Miró por su ventana y vio a Amy cruzando la calle. Ah, ahora recordó que Sonic tenía otros dos hermanos menores que lo extrañarían y probablemente pensarían en lo insensible que es Miles "Tails" Prower.

Tails suspiró con pesadez, suspiro que sonó más como un quejido tembloroso, miró las aves en su nido, el polluelo no tardaría en volar y la familia se iría, así como sus ánimos.

Su padre ingresó el martes por la noche a tratar de convencerlo de olvidar lo que pasó, hablaron hasta de su hermano mayor y, si Tails no lo conociera, diría que se mantuvo fuerte, pero en un momento oyó su voz temblar y supo que también le dolía el hecho pasado. Tails terminó llorando tratando de explicar por qué no se sentía bien, concluyó al recostarse mirando a la ventana, se encogió tratando de indicar que quería estar solo.

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