Capítulo 5: Escenario

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Tails no sabía cómo, pero, cuando despertó, se hallaba al lado del erizo en un autobús.

Sonic se encontraba mirando el teléfono de un niño que jugaba en el asiento a su delante, estaba en el borde y tenía ambas manos sujetas del respaldo. El menor, que viajaba con su madre, le sonrió cuando notó su curiosidad y le explicó cosas que a Tails no le importaban, por lo que miró al lado contrario y observó a los carros pasar. El zorro despertó por completo gracias a un rompemuelle, así supo, también, que Sonic escogió el asiento menos indicado para alguien que quería un viaje sin problemas o incidentes.

—¿Por qué estamos aquí? —le preguntó en un murmullo. El erizo interrumpió su charla divertida para presentarle al niño del juego y luego le indicó a este que le esperara un momento.

—Porque tienes que llegar al centro —respondió con una sonrisa. Tails lo veía tan satisfecho que pensó en qué podría haber hecho para lucir así. Le prestó atención a la molestia que sentía en la cadera —producto de sentarse en los asientos del fondo, pero estaba demasiado paranoico como para notarlo— y sacudió con fuerza al mayor.

—¿Me tocaste? —cuestionó, lo que tuvo que ser un susurro terminó oyéndose en todo el medio. El silencio que se manifestó solo se veía turbado por los silbidos del conductor, quien aparentó ignorar la extrañeza de la interrogante.

—¡No! No haría eso. Miles me ordenó dejarte en un callejón sin tu maletín para que, al despertar, te aterraras; sin embargo, le dije que no haría eso y te llevé a la enfermería...

—¿Había una enfermería?

—Sí, luego despertaste y me pediste que te ayudara.

Tails omitió la explicación de Sonic para centrarse en la ocasión en la que sufrió de un desfallecimiento y su hermano insistió, demasiado, para que permaneciera en una sala que Scourge usaba para "pensar" en él, lo cual también le dio la oportunidad de presumir lo perfecta que era su relación. Miles incluso lo medicó, tal vez le dio una sustancia lo suficientemente fuerte como para llevarlo a hacer algo parecido a pedirle ayuda a Sonic, la posibilidad de su tardío efecto tenía sentido, aunque de manera rebuscada.

—Chicos, ¡hay niños aquí! —Se escuchó proveniente de los asientos más cercanos a la entrada, Sonic miró al que le aclaró dudas sobre un juego y aseguró no conocer a Tails.

—Yo tampoco quería saber de ti —espetó antes de cruzar los brazos y mirar a la ventana, una vez más.

—No, Tails, te amo, pero no debes decir cosas así en lugares públicos.

—¿Cuáles cosas? ¡Solo te pregunté lo más posible!

—Si no toco a tu marioneta, ¿por qué crees que te tocaría a ti?

—Porque se te haría más real, sí piensas en eso, ¿no? Cada vez que les cambias el traje.

—No miro al príncipe Tails cuando le quito el vestido, las demás marionetas también lo tienen prohibido.

—¿Qué?

Ante la mirada interesada del menor a su delante, el zorro se levantó para moverse a otro lugar.

—Tendrás que pasar por encima, no puedo moverme.

Tails pateó de forma "casual" al erizo.

—No puedo moverme, la señora a mi lado está dormida y la del costado tiene un bebé. Pasa por encima.

Cuando el vulpino le contó lo ocurrido a Silver, el albino no paró de observarlo con entusiasmo, incluso le dio sonrisas a los trabajadores que menos soportaba y a un hombre que no dejaba de ver con atención sus púas al balancearse.

El titiriteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora