Tails nunca había tomado un auto sin una guía exacta y clara. Tuvo que mostrarle la dirección a los choferes, algunos fueron amables y le indicaron qué ruta tomar, otros le gritaron que, si no lo sabía, se perdiera por otra parte. El vulpino se reponía cada vez que le dirigía una mirada a la marioneta del príncipe Sonic.
Tails, literalmente, sintió el impulso enorme de tener ese objeto consigo, tuvo que volver a su casa, a través del balcón de Scourge, con el temor de que su mamá estuviera, pero no se encontró con ella y ese fue un gran alivio.
Tails se asustó cuando el carro que tomó se fue por otra ruta. La idea que su madre le dio sobre gritar y saltar por una ventana antes de ser víctima de secuestro llegó a su mente, pero las demás personas estaban tranquilas y no compartían sus pensamientos.
—¿También vas a ese hospital? —Una abuelita señaló la hoja que el menor tenía, Tails le respondió que sí y le contó parte de su extraña situación. Para su suerte, seguir a la mujer mayor lo ayudó bastante a llegar al centro médico. Tails se sintió ligeramente extraño cuando se despidió de ella, le agradeció su guía y no paró de agitar su mano hasta que la vio desvanecerse delante de él.
El menor cerró sus ojos fuertemente, al abrirlos, trató de encontrarla, pero no la vio, miró a su alrededor y tampoco se veía, el hospital quedaba a unos metros, en sí, ahora se encontraba en una zona vacía, al lado habían ambulancias listas para salir, pero la señora no estaba por ningún lado.
Tails no creía en fantasmas, trataba de darle una explicación lógica a todo, a los catorce años comenzó a tener cierto recelo contra los espíritus cuando Miles casi se vuelve loco, fue como un impulso para odiarlos más, pero a veces sentía que no debía, como ahora, que ya podía entender por qué las demás personas en el carro lo veían mal y por qué el recepcionista intentó cerrar la puerta cuando la abuelita aún no ingresaba.
Oh, entonces estaba actuando como un idiota desde hace una hora, algo le decía que no debía hablar en voz alta.
Tails llegó al lugar, pero no al piso ni a la habitación y veía tantas ventanas que, aunque volara para encontrar a Sonic, se tardaría mucho.
Caminó hasta pasar por la puerta principal, tres guardias se encontraban vigilando, pero, cuando el menor giró, solo vio a dos.
Tails pensó en que se atrasaron en la fecha: era Navidad, no el Día de las brujas, en todo caso, en el sur de América no existía tal fecha, al menos no en su país.
—Derecha.
Tails siguió las indicaciones de su supuesta memoria fotográfica y dobló la esquina.
—Izquierda y de frente.
Tails observó el ascensor al final del pasillo, en el trayecto, vio que en una habitación una niña lo saludó mientras, detrás de ella, intentaban reanimar a alguien, pero ella se veía feliz, también llevaba una marioneta en su mano, esta tenía el cuello roto.
El zorro sacudió su cabeza para ignorar un poco el miedo y la curiosidad e ingresó al elevador.
En el suelo había un cuaderno, Tails no lo vio de lejos, eso no estaba ni cuando se acercó como para pensar que quizá no lo había notado. El menor iba a salir, retrocedió unos pasos antes de escuchar la puerta cerrarse.
Tails miró al lado y una persona había ingresado, pero no se detuvo a analizarlo, se agachó para recoger el cuaderno y notó que en la portada estaba escrito El titiritero.
El vulpino se levantó y ojeó para saber qué tenía dentro. El hombre a su lado carraspeó y Tails se sorprendió al saber que, con tan solo esa acción, supo quién era.
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El titiritero
FanfictionDesde algún punto, Tails siempre supo que su vida podría narrarse en una obra, lo que no esperaba, era que una obra narrase parte de su vida. Demasiadas coincidencias como para ser solo eso, ¿quién es el encargado de todo esto? -Créditos a Sega por...