Dear Stepbrother (MinaXYaten)

¿Advertencia o amenaza? (Parte I)

Últimamente su vida estaba plagada de momentos incómodos, y los protagonistas de esos instantes eran nombres nuevos, e igual de complicados que salvaguardar su integridad mental durante la semana de exámenes semestrales, Yaten, Zafiro y ahora Michiru, ¿estaría haciendo lo correcto?, muy tarde repensó sus palabras y acciones, dado que avanzaba a paso lento por un sendero privado de una de las zonas boscosas más exclusivas de Tokio, su vista se detenía por algunos segundos en señoriales e imponentes residencias, pero lo que más la inquietaba era que su compañero de teatro estaba más serio de lo normal.

Estudió su perfil detenidamente, sus rasgos daban un aire a su hermana mayor, sobre todo en su absoluta armonía y sutil belleza, un escalofrío gélido le recorrió la espina dorsal hasta llegar a lo más íntimo de su sistema nervioso, se sentía como una presa que está siendo hipnotizada por un depredador ingenioso y atrayente. Inhaló todo el oxígeno que pudo, era muy tarde para arrepentimientos, y si por defender a Yaten se trataba, estaba dispuesta a ir hasta el mismo infierno, que se manifestó en la antigua construcción que se alzó frente a ella.

Zafiro le sonrió amablemente al abrir la verja de hierro con figuras de un estilo artístico de Europa, el azul en su mirada hizo un contraste extraño con la luz de la luna, y por alguna razón que no logró encontrar, le regresó el gesto naturalmente, parecía que él tenía un aura más limpia que no iba acorde a su apellido, aunque después se recordó que no debía guiarse por las apariencias, puesto que su intuición había fallado magistralmente, la primera vez con su platinado, y la segunda con aquella mujer de cabello aquamarina que seguramente aguardaba por su presencia en alguna habitación de esa gran mansión.

-Adelante, señorita Mina.- El chico le cedió el paso extendiendo su mano.- Es raro tener visitas femeninas, espero que no sea la última vez que vengas, ya que no suelo hablar mucho con otras personas.

-¿No conversas con...?- Iba a decir "con tu arpía hermana", pero se contuvo, estaba en un territorio peligroso.- ¿Michiru?, ¿o tus amigos de nuestro Instituto?, ¿no tienes más hermanos?

Sus sandalias marcaban un paso rítmico en ese andador de piedras de tono cenizo, que combinó con el semblante sombrío de su acompañante.- ¿Mich?, la verdad es que no, tenemos otro hermano, se llama Diamante que vive en el extranjero, por lo que tampoco lo veo, mi familia es algo... fría, mis amigos se quedaron en mi colegio anterior, así que tenerte cerca, es como atrapar por un momento al amanecer, disculpa, no quiero sonar como alguien demasiado intenso.

Zafiro hizo esa pequeña aclaración para que Minako relajara la sorpresa naciente en sus ojos, lo cual no consiguió completamente, después de todo, esa era la primera vez que alguien le decía algo de una manera tan... ¿poética?, la rubia iba a decirle que no existía ningún problema, cuando dos obstáculos se interpusieron en sus intenciones, el primero fue toparse de frente con un mayordomo que les abría unas puertas bellísimas en tono marfil, y el segundo lo protagonizó el incesante timbre de llamada de su celular. Titubeante ingresó en el refinado espacio, mientras checó disimuladamente la pantalla de su teléfono, un tono azulado coloreó su rostro antes pálido, era Yaten, resignada y asustada al mismo tiempo, silenció el tono y lo mando directo al buzón de voz, pensando en que si lo atendía, perdería esa valiosa oportunidad de conocer las motivantes de Michiru.

Más adelante, entró en un salón que tenía como fin ser una sala de té, el piso lustroso, las paredes blancas, las muestras de arte greco-romano, junto con los detalles japoneses propios de su cultura, hicieron que se sintiera dentro de una esfera de elegancia producto de una fusión asiática y occidental, para más adelante entrever el perfil casi inmaculado de la violinista Kaioh que estaba de espaldas frente a un ventanal, luciendo ese tatuaje de un jazmín perfecto.