Tensión magnética

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El viaje de quince minutos en su Audi negro no fue suficiente para que se acostumbrara a su presencia, tampoco que se le quedara grabada esa gélida mirada esmeralda sin que pudiera impedirlo, su cabello igual a los rayos de la luna pasaron por el mismo destino de no advertirle que estaba en un terreno muy muy peligroso, en cambio la esencia seria y formal que desprendían los movimientos de sus manos al volante si surtieron los primeros efectos nocivos en su maltrecho estado mental, los ojos azules de Mina danzaban inquietos en ese escaso espacio dentro del automóvil, se removía inquieta prestando atención a la forma de conducir de su hermanastro, acariciaba sin tocar realmente ese cuerpo que desprendía una esencia pasivo-agresiva, captaba cada mínimo detalle desde los brazos Yaten, hasta la punta de sus dedos, la gracia con la que tomaba sutilmente la palanca de velocidades para hacer los cambios era hechizante, ¿una acción tan cotidiana, común y aburrida podía enaltecer así a un hombre?, parecía que si, y en ese hermoso ejemplar masculino era muy posible.

En ningún momento le habló a ella directamente, la ignoró desde que entró a su casa, hasta que cargó sus cosas de mala gana para hacer la transición de domicilio, y en el fondo agradecía el hecho al mismo tiempo que lo detestaba, porque el timbre calmado de su voz era igual a una suave melodía de piano, de esas que usan en las terapias de relajación extremas, en cambio el poco apego que le dirigió a su madrastra cuando se despidieron la impresionó y atacó en el centro a sus creencias sobre el trato que se debe tener en familia. "Si así es con su mamá, ¿Qué me puede esperar a mi?, seré un mueble más en su casa, aunque... quizá sea lo mejor, así pasará más rápido el tiempo, cada quien por su lado, no será el monstruo que Seiya me dijo, porque... no creo que me pegue o algo así, ¿o si sería capaz?"

Las ideas descabelladas de la adolescente no tenían ningún fundamento real, más que los de sus fantasías tétricas y los rumores que ella misma creó en su cabeza con base a lo que había observado y escuchado hasta el momento, y la verdad es que hasta una hora atrás, tenía levantado el peor de los escenarios, sin embargo, el ente despiadado, malvado y demás, había tomado una figura totalmente distinta a las características que le achacaba, ¡ese Yaten estaba más guapo y perfecto que un modelo de revista!, y lo odiaba por eso, las cosas serían más sencillas si el chico fuera feo y sin gracia, pero no, estaba ahí siendo totalmente sensual con su camiseta color vino y saco negro, ¡Qué pinta más casual y atrayente!

Y era lógico, si Taiki y Seiya eran un imán gigante de mujeres, ¿por qué no se puso a reflexionar que esa galanura venía de familia?, y luego pasó algo que la dejó sedienta y con los labios secos, al dar vuelta en un retorno para ir a la parte oeste de la ciudad, Yaten se fijó en el espejo retrovisor del lado del copiloto, su lado, inclinando levemente su fuerte torso, por sobre su femenino pecho, fueron unos dos segundos, y no necesitó más para hiperventilar y ponerse más roja que una granada, su perfume parecido a las hiervas frescas le noqueó los sentidos, y el corazón de la pobre rubia casi colapsa cuando el platinado rozó la piel de su pierna izquierda al meter cuarta velocidad, quemándole al instante, sus hormonas se volvieron frenéticas, por lo que agradeció mucho estar sentada, a partir de ahí perdió totalmente el dominio de sus facultades. Tuvo que calmarse de golpe, porque las palabras cortantes de Yaten y un ligero gruñido le informaron que estaban en su destino.

-Niña, ¿podrías dejar de estar como tonta viendo a la nada?, ya llegamos.

-¿Cómo me llamaste?

-Niña, ¿eso eres no?

-No, no soy una niña, y no me refería a eso, me dijiste tonta, para tu información soy tan inteligente como bonita.

Con el enojo de Minako latente en su cara, el platinado captó que esa no sería una convivencia tan llevadera, en primer lugar si ella estaba molesta por unas cuantas frases, no podría aguantar estar con él más de una hora, Yaten trataba sin éxito de controlar su mal humor pasando su palma por su rostro y cabello, antes de bajarse bruscamente del coche para abrir el portón café chocolate de su hogar, que estaba diseñado al estilo tradicional de Japón, mientras avanzaba con grandes zancadas para comprobar que la cochera estuviera totalmente libre, corroboraba que de verdad que no quería hacer de niñero de nadie, mucho menos de la niñata esa que jamás sería su hermana, su sola imagen lo tenía asqueado como cuando comes golosinas hasta que te duele el estómago, toda ella era como un algodón de azúcar: rosa, chillante, ridículo, malo para la salud, y sobre todo una característica que no le agradaba ni en la comida, ni en las mujeres: dulce y vacía, igual que las calorías falsas de esos odiosos alimentos basura.

Dear Stepbrother (MinaXYaten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora