El brillo de Venus (prólogo)

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¿Han visto a una persona que resplandece?, si, alguien que literalmente ilumina con su luz cada espacio por el que camina, esto es posible de varias maneras, una puede ser por cualidades intelectuales o del alma, ya saben, inteligencia, bondad, alegría, simpatía; Otra forma quizá se deba atributos físicos, como presencia impactante, belleza, elegancia para caminar, sonrisa sincera, cabello y atuendos impecables, en fin, las personas normalmente suelen enumerar algunos cuantos para sí mismas, tal vez dos o tres si se es lo suficientemente afortunada, pero Minako, ella..., se podría decir tenía una larga lista de puntos a su favor.

Cada mañana se aprobaba en el espejo con un pulgar arriba y una radiante actitud, por supuesto que se enorgullecía de su belleza, era heredada de su querida madre que vivía en Londres, a la cual visitaba una o dos veces al año, siempre y cuando no estuviera de gira musical, y verse en esa superficie reflejante la hacía sentirse un poco más cerca de su cariño, por otra parte, todo su guardarropa era otorgado por la esposa de su amado padre: Luna Kou, diseñadora de moda nupcial que siempre tenía un regalo especial que hacerle, y más que una madrastra, era una atenta confidente y consejera.

Cuando corría escaleras abajo de su enorme casa, porque se le había hecho tarde, el excelso talento culinario de su papá Artemis Aino (un reconocido Chef en Tokio), le permitía no morir de hambre y mantener una dieta balanceada que la hacía un huracán dorado que arrasaba en el voleibol y el atletismo.

Su falta de empeño en lo académico era compensado por su hermanastro de 20 años que estudiaba medicina, Taiki era el genio que le servía de tutor personal, el cual solía salvarla de ir a extraordinarios y ser la burla de Seiya, el hijo menor de Luna que asistía al mismo Instituto que ella, solamente que un grado arriba, ambos chicos eran una compañía masculina interesante, que la protegían de cuanto sujeto no aprobado quisiera acercársele, aunque sospechaba que esa necedad de acompañarla al centro comercial tenía una doble intención, por lo menos por parte del pelinegro, que miraba de una forma muy interesante a una de sus amigas.

¡Ah!, obviamente tenía que llegar a ese punto, sus amigas, su círculo, su pink club, Amy, Serena, Lita y Rei, eran un grupo inseparable que se complementaba con la personalidad tan característica de cada una, juntas lograban que un aburrido almuerzo en el patio de la escuela se convirtiera en una tertulia digna de la serie de Sex and the city, y ella se veía como una Carrie Bradshaw, sólo que sin un Mr. Big al cual adorar con un apego tóxico, pero romántico y apasionado al fin.

Tal vez eso último era lo que no cuadraba con su imagen de la chica de ensueño adolescente, por más que intentaba, no era muy afortunada con las citas, y el problema no era que le faltaran pretendientes, al contrario, eran tantos y tan patanes, que pensaban que no era más que una rubia despampanante en busca de un marido rico, ¡ilusos!, ¡tontos todos y cada uno de ellos!, si esos tipos pensaran y la observaran un poco más, se percatarían que solamente buscaba unos ojos cálidos que la abrazaran con sólo recorrerla con una mirada, ¿Qué mujer no anhela que le roben el aliento con un beso?, ¿Era muy complicado que alguien se presentara en su puerta para darle un enorme ramo de rosas rojas?, si, era tan simple como banal lo que la hacía feliz, ver una película en el cine, tomarse unas cuantas selfies en la torre de Tokio, que escucharan su música preferida compartiendo audífonos, arroparse con una chamarra que le llegara a las rodillas impregnada de perfume masculino, dormirse con una sonrisa por una notificación en su celular, ¿no era mucho o si?

A menudo gozaba más de su club de drama extracurricular, que de su vida amorosa real, ahí en medio del escenario, se olvidaba del teatro, de la gente, de las luces artificiales, y por un momento, era Julieta Capuleto o Elizabeth Benet, cualquier heroína de la literatura que al final eran dichosas en probar el más dulce de los éxtasis al unirse a la torrente de emociones junto con sus queridos Romeo o Mr. Darcy, esos roces de labios fingidos los convertía en utopía que se disfrazaba de un oasis en su realidad, sin embargo los aplausos la traían de vuelta a la tierra, y las cosas regresaban a ser lo que siempre fueron.

Dear Stepbrother (MinaXYaten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora