Fiebre alta

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Si no fuera tan tarde, estaba segura que habría chocado con más de una persona en los pasillos de la escuela, puesto que no se fijaba realmente en el camino a las regaderas femeninas, hacía mucho que no tenía la vista tan nublada, ¿estaría sobreactuando?, porque no se sentía con ánimos de absolutamente nada, y ella misma se contestó que no, esa reacción no era producto de un simple sobresalto. Los dos años que tuvo de referencia para crearse una mala imagen de Yaten, se comprobaron en tres días, y para el colmo el actual todavía no terminaba.

El sol estaba cayendo, y la luz de la tarde entraba por una ventana de ese espacio que por el momento era privado, los vestidores de chicas estaban tan solos como el resto de la preparatoria, así que al menos podría llorar con libertad mientras el agua tibia se llevaba por un instante su frustración. Mina se despojó de su ropa deportiva tan rápido como pudo, y sin calcular la temperatura se metió bajo el chorro del líquido vital apenas comenzó a salir de la tubería, otro grave error a su lunes, la ducha estaba tan fría que casi podía competir con la actitud de su hermanastro, de pronto estar temblando bajo la regadera dejó de importar, porque a su mente llegó su voz varonil que con desdén le dirigía palabras crueles, y así con el cabello pegado a sus mejillas se preguntó el por qué la odiaba, ¿acaso le hizo algo?, por más que buscaba no encontraba una resolución a esa incógnita, quizá sólo no eran compatibles.

Tardó un momento más comparando al platinado con los hombres que conocía, y por mucho era el peor, ¿por qué?, fácil, era un patán que no tenía nada que ver con la actitud amorosa de su padre, con lo comprensivo y paciente que era Taiki, o con lo divertido y animoso de Seiya, sin contar a sus pretendientes que solamente se deshacían en intentar alagarla y tratarla como una princesa, ¿entonces por qué no era capaz de sacárselo de la cabeza y regresarle los malos tratos?, eso ya no era tan sencillo de explicar, la verdad es que no le nacía aniquilar su perfecto rostro, y la manera en la que la veía era tan intrigante...

Sólo podía defenderse y no incomodarlo, pero ¡vamos! ella no era así, nunca lo sería, no podía esconder su naturaleza juguetona, libre, ruidosa, coqueta y amante de la vida, ¡al diablo con el consejo de sus hermanastros!, no era ninguna mojigata con pase directo al convento, si tenía que adaptarse a lidiar con el sujeto con peor humor dentro del sistema solar, él también tendría que aprender a sobrellevar su forma de ser, después de todo, algo muy importante en sus ideales de existencia era ser fiel a uno mismo, y Yaten no sabría en qué momento lo arrollaría el torbellino Aino.

Su nuevo arranque de valentía le ayudó a salir con mejor ánimo de las regaderas, aunque le dolía mucho la cabeza y el cuerpo lo tenía hecho trizas, por lo menos ya no tenía rastro de las lágrimas saladas que la habían atacado unos quince minutos antes, envuelta en una toalla, sacó su mochila de un casillero, ¡qué bueno que fue tan despistada para no llevársela al entrenamiento!, o se habría ganado un problema extra, así que suspiró al sacar otro uniforme limpio, aspiró su aroma con ganas, olía a su casa, no en el infierno en el que ahora se veía envuelta, si no a su verdadero hogar, a los tintes amaderados de su habitación, a su armario, donde escondía las flores de durazno y cereza que recogía de diversos lugares, y después dejaba secar en una pequeña caja al lado de su ropa.

Recordó la sonrisa amable de Artemis, y sin querer le hizo una promesa en la distancia, en agradecimiento por todas las noches que la arropó de niña, por sus consejos, por tener un rol transversal hasta la llegada de Luna, hablando con ella temas de mujeres que claramente no sabía tocar, por pedir consejos a las madres de sus compañeras de primaria para peinarla, por ese listón rojo que le regaló el día que su mamá se marchó y los dejó solos.

-Seré valiente papá, no me voy a dejar vencer, te lo prometo.

Sus pensamientos se manifestaron en un susurro para ella misma, estaba tan abstraída en su interior, que no se dio cuenta que alguien descubrió que la preparatoria no estaba tan sola como aparentaba y la estaba observando, era un tipo de los tantos que había en ese Instituto, se felicitaba con morbo por tener el privilegio de ver a una de las chicas más bonitas de toda la escuela a punto de desnudarse, además de tener la evidencia y venganza en video por rechazarlo, el plan era perfecto y lo mejor era que no lo había planeado, si no que se la encontró por casualidad cuando iba a guardar el equipo deportivo del entrenamiento de futbol, así que sin perder concentración, se apresuró a sacar su teléfono de uno de los bolsillos de su pantalón y acomodó la cámara de su celular en la rendija que dejaba la puerta entreabierta, era cuestión de segundos, jadeando y con una mirada lasciva, esperó hasta que Mina comenzó a deshacer el nudo de su toalla color naranja, sin embargo no pudo ver nada ya que un puñetazo proveniente de quien sabe quién, le rompió la nariz y lo dejó escupiendo sangre en el suelo.

Dear Stepbrother (MinaXYaten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora