¡Te detesto!

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Era su segunda noche en esa casa, y ya estaba agotada hasta la punta del cabello, no había parte de su cuerpo que no le doliera, quizá por todo el estrés acumulado, o también porque ese domingo hizo todos los deberes que nunca hizo antes, barrer, limpiar, sacudir, lustrar, y no es que la vivienda estuviera realmente sucia, todo indicaba que su hermanastro era un ser muy pulcro, si no que se tomó la libertad de ponerla de un modo decente, quitó sábanas, abrió ventanas, acomodó cuadros, si iba a vivir ahí prefería mantenerse ocupada  y tener una bonita vista, para no pensar en Yaten, ni que compartían tan íntimamente un espacio que de pronto no parecía lo suficientemente grande.

Por eso en cuanto tocó su cama cayó en un coma profundo, su afelpada cobija de color rosa la abrazaba como un oso de peluche, y la almohada le daba un soporte delicioso a su cansada cabeza, era reconfortante reponerse, entre sueños recordaba su otra habitación, a su padre, a Luna, a los chicos, pero de igual forma se le presentaba cierto hombre que la paralizaba con sus ojos verdes, repitiendo su nombre en voz baja: Mina..., Mina.

Podría seguir así por siempre, en esa realidad alterna donde no tenía problemas, sería perfecto, si no fuera por el odioso sol que se filtraba por su ventana y le molestaba en el rostro, unos mechones dorados en su frente le ayudaban un poco para prologar la oscuridad, aunque no bastaban, ¡si nada más quería descansar maldita sea!, a regañadientes, su pecho volvió a calmarse en una relajante respiración, sin embargo, el estridente sonido de su despertador terminó por sacarla del mundo de la inconsciencia, y con temor corroboró que esa luz que tanto la enfadaba no era otra cosa más que la señal de que se le había hecho tarde para ir a la preparatoria.

Su cara era digna de una película de terror, su grito estridente opacó a la misma alarma que ya tenía unos diez minutos en un monólogo ruidoso, con un manotazo lo silenció para siempre, ya que ese pobre reloj fue a dar a la pared más cercana estallando en pedazos, eran las 7:30 am, si quería sobrevivir sin un castigo al inicio de su parcial, y al nuevo profesor de arte, tenía que salir lista y uniformada en menos de quince minutos.

Los objetos revoloteaban de un lado a otro en su habitación, mientras Minako no dejaba de maldecir en un volumen nada sutil, con tanto alboroto, Yaten que estaba tranquilamente tomando una taza de café sin azúcar en el comedor, fue preso de la curiosidad, ¿esa mocosa no podía ser más molesta?, iba a destrozar la propiedad de su madre si no se controlaba, por un momento pensó que nunca se levantaría, y él no iba a hacer de "hermano mayor" despertándola para que se fuera a la escuela, ya era mucho con que le hubiera preparado el desayuno para que la niña no se muriera de hambre, intentó ignorarla, pero no era muy fácil, no cuando la menor vociferaba el vocabulario propio de un camionero.

El de cabello platinado no gozaba de gran paciencia, por lo que irritado dejó su café a un lado y subió a zancadas las escaleras para situarse frente a la puerta de Mina, estaba a punto de tocar y ordenarle que se callara, cuando súbitamente la chica abrió y chocó contra él cayendo los dos al suelo, el golpe le dolió tanto a uno como al otro, la vista se les nubló por unos segundos, hasta que Yaten, que fue el primero en reaccionar, entreabrió los ojos y con las manos temblorosas comprobó que su hermanastra no se había cambiado de ropa todavía, no fue su intención, quizá actuó por inercia, pero sus dedos estaban presionando la cintura de la adolescente contra su torso, sus sentidos estaban sumamente encendidos ante esa tela satinada de su diminuta pijama, además de la tibia y blanca piel que se dejaba tocar por partes, ya que la prenda se había subido hasta un poco más abajo de sus senos, seguro por causa del movimiento.

El torrente sanguíneo del chico comenzó a acelerarse, y corrió sin control cuando la rubia se incorporó para masajear su brazo que también había sufrido en ese accidente, no debió hacerlo, porque así le regaló una maravillosa vista ya que no llevaba sostén, eso era demasiado.... y sin poder evitarlo, su anatomía masculina reaccionó de a poco, sonrojado, aun enojado y muy confundido, se la quitó de encima y la levantó junto con él tomándola de la muñeca antes de que sintiera que se notara algo en su entrepierna que le daría mucha vergüenza.

Dear Stepbrother (MinaXYaten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora