Vínculos

203 23 27
                                    

Nota: La canción que canta Yaten es "(Everything I Do) I Do It For You", de Byan Adams, con dedicatoria especial a una querida lectora, que me recomendó por mensaje privado canciones muy bonitas para la historia, ¡gracias bella! MarijoSanLucarz.


La había escuchado perfectamente, diciendo que quería marcharse, alejarse de él, de lo que juntos tenían, también la miró subir por esas escaleras, como si fuera un rayo de luz que le rehúye a la oscuridad de esa fúnebre parte de la casa, la mesa del comedor le sirvió como soporte para no desvanecerse, puesto que miles de emociones se arremolinaban en su interior, peleando unas con otras, el éxtasis por haberla tocado recientemente, se opacaba con la impotencia, al igual que ocurría con la ira, el miedo, la tristeza, y sobre todo el amor que sentía por esa adolescente rubia, por ella... por Mina.

Su perfume estaba atrapado entre sus dedos, el sabor de sus labios vivía en su boca, ¿y se iba a terminar así?, la perplejidad aumentaba segundo con segundo gracias a su infinito apasionamiento, mismo que solamente despertaba esa mujer. Yaten ahogó un sonido lastimero, parte sollozo, parte rugido, mientras se pasaba ambas palmas por el rostro cansado, sus neuronas trabajaban más rápido que nunca, buscando una explicación a esa bizarra realidad, en la que sus brazos estaban vacíos, anhelando el talle de su cintura, todo por tenerla tan lejos, estando tan cerca, confundido, regresó a la biblioteca, con la etiqueta invisible del peor de los hombres.

Pensó en encender otro cigarrillo para calmar su ansiedad, pero se quedó con el encendedor en la mano a medio camino y el tabaco sujetado por sus dientes, ya que un escándalo proveniente del segundo piso lo alertó, eran los movimientos típicos de ese huracán dorado que ya conocía tan bien, sin embargo, en ese preciso instante podrían significar su más horrendo suplicio, asustado, tiró los instrumentos de su destructivo vicio, para ir detrás de su más dulce adicción, sus piernas dieron grandes zancadas, hasta encontrarse con la enorme puerta de roble que le bloqueaba el paso a la habitación de su hermanastra.

Adentro, su taconeo era frenético, el tintineo de los ganchos a los que le arrancaba la ropa era constante, presentía que estaba armando maletas, la sinfonía del desastre se lo confirmaba, entonces fue que la angustia palpitó corrosiva en sus venas junto con el torrente de su sangre, ¿la iba a perder?, ¿se hartó de él?, la prudencia era una de sus virtudes que lo dejaba a su suerte cuando menos le convenía, así que sin ningún atisbo de cuidado, golpeó esa fría superficie a puño cerrado, hasta que sus nudillos enrojecieron como si se hubieran estrellado contra puntiagudas rocas.

-¡Minako!, ¡MINAKO!, ¿crees que soy estúpido?, ¡no pienso dejarte ir!, ¿me escuchas?, ¡perdóname por todo!, no sé qué te hice, ¡hablemos!, por favor... Mina.- Enfatizó mucho más su nombre la tercera vez que lo pronunció en un tenue susurro, juraba que en lugar de garganta tenía atoradas las espinas de una rosa, porque cada palabra le dolía más que la anterior.

Nada, no obtuvo respuesta, la entrada a esa alcoba era igual que el inicio de una dimensión desconocida, en la que su preciosa Venus no daba saltitos de alegría a su alrededor; Se moriría, fallecería sin su esencia frutal acompañándolo cómplice en la cama, por lo que lo intentó una vez más comunicarse con ella, al percatarse con algo de esperanza que el movimiento de la chica se había detenido por completo.

-Sea lo que sea que esté ocurriendo, antes debes saber, que te adentraste en mí como ninguna lo había hecho, Michiru no fue ni una centésima parte de lo que tú significas para mí, ¿me entiendes?, estás divinamente loca, me fascina lo encantadora que te ves con tu uniforme, ¿lo sabes?, eres una maldita tortura sensual en mi clase, adoro lo tierna que eres con los animales, incluso me gusta que te lleves tan mal con los niños, ahora me da risa que casi incendias mi cocina, o que inundas la casa con espuma intentado lavar la ropa, la alegría que irradias dejaría ciego a cualquiera, cuando me tocas pienso que un miserable como yo, se iría al paraíso con uno solo de tus besos, pero sobre todo, amo lo que soy cuando estás conmigo, Minako, ¿me estás escuchando?, dime algo.

Dear Stepbrother (MinaXYaten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora