Estúpido el momento en que la dejé. Estúpido el momento en que el orgullo me tomó y no quise admitir que la amaba. Estúpido el temor que le tenía al amor. Estúpido, estúpido de mí. En verdad que jamás me había sentido tan arrepentido por alguna de mis acciones impulsivas. Sabía que algún día metería la pata con Simone, pero nunca a tal grado; a uno, en que ella ni siquiera quería dirigirme la palabra o la mirada. Estábamos a unas horas de año nuevo, eran las diez de la mañana y era la séptima vez que le marcaba a Simone por teléfono. Sonaba en espera unas cuantas veces y de repente paraban, para llevarme al buzón, lo que quería decir, que me colgaba. En verdad estaba molesta.
Después de haber leído la carta de Simone, entendí que para recuperarla, no sería trabajo fácil, por lo que al día siguiente luego de navidad, me fui de mi hogar y regrese a mi departamento. Mi madre se molestó mucho, al igual que mi hermana y el resto de la familia, pero no era tan tonto para cometer la misma estupidez por segunda vez. La primera, me fui, dejándola sola, no podía retirarme del juego esta vez.
Había estado haciendo hasta de lo imposible para hablar con Gallagher desde aquella vez. Todos los días me estacionaba a fuera del edificio en el que vivía, en espera a que saliera si quiera a comprar algo a la tienda, pero nunca lo hacía. Le marcaba a toda hora y siempre me colgaba o no respondía. Había tratado de entrar ahí, ir a su departamento y charlar dejando las cosas claras y con una disculpa incluida, pero al parecer dio órdenes a la recepción para no dejarme entrar. Era tanta mi desesperación, que hablé con mi némesis Niall una noche en que lo vi salir, para que le enviase un mensaje a su prima de mi parte antes de que se fuese con su familia a pasar año nuevo (al parecer, Simone iba a pasarse el último día del año, sola). Me vio tan abatido que antes de su partida, lo hizo, pero la respuesta que me dio no fue de mi agrado, ya que fue la siguiente: “Dice Simone que te alejes de ella. Que no te quiere ver. Que dejes de tratar”.
Sin en cambio, era un hombre muy terco y perseverante cuando me lo proponía; cuando era algo realmente que me importase. Como los días anteriores, salí de mi casa luego de haberme arreglado y me dirigí en rumbo al departamento de la pelinegra, para ver si hoy, tenía suerte. Los minutos en mi carro transcurrieron, hasta que ante mi vista apareció aquel gran edificio lujoso. Me estacioné en donde costumbre y volteé mi cara, para poder observar la puerta de entrada y salida de aquellos departamentos. Cogí mi celular, y marqué nuevamente el único número que tenía en favoritos; no me rendiría. Uno, dos, tres…”El número que usted marcó, está ocupado o fuera de…” apreté la tecla roja terminando la llamada y suspiré sonoramente. No me gustaba la idea de terminar este año a sabiendas que Simone me odiaba.
Triste, giré mi cabeza con mi mirada algo baja, cuando una figura que reconocería hasta en pintura, la capté de reojo. ¡Simone! Salté en mi asiento mientras la veía caminar sigilosamente entre las calles, como si no quisiese que la vieran. Llevaba unas pantalones de mezclilla, unos converse y una sudadera negra, mientras que en su brazo, llevaba una bolsa para cargar despensa. ¡No podía perder esa oportunidad! Por lo que salí corriendo de mi auto y comencé a seguirla, claramente, a una distancia considerablemente larga para que no se diese cuenta que iba atrás de ella.
Entró, luego de unos cuantos y pocos minutos a un supermercado. Era obvio que algún día saldría para ello, más cuando no estaba su primo para pedirle el favor. Ahí mismo, le seguí el paso rezando en que no volteara, pero mis oraciones no llegaron a tiempo, cuando Simone volteó de repente. Me vio impactada y con miedo, abriendo sus ojos como plato. Al segundo de ello, apresuró su paso y cuando menos me di cuenta, la perdí entres los pasillos.
-aléjate de mí.
Masculló la chica de caballera negra que no creí extrañar tanto por tan solo unos días de no verla, luego de aparecerse enfrente de mí, estando antes detrás de una esquina de un pasillo. Se veía molesta, demasiado, la mirada que tenía en mí, la delataba.
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My Perdition. |H.S|
FanfictionCada persona tiene una adicción diferente que lo lleva a su propia perdición. La mía tiene nombre y apellido: Simone Gallagher.