-¿Cómo que tú mamá está en la cárcel?-pregunté considerable y notablemente preocupado.-
-Harry.-volteaba a todas partes, excepto a mí. Estaba evitando mi mirada.- me tengo que ir…-se quiso zafar de mi agarre, pero no la deje.-
-Simone, dime, podría ayudar y…
-¡No puedes! ¡No puedes ayudar en nada Harry!-gritó causando que la soltará, no por miedo, si no por enojó a que estuviera haciendo un berrinche.-
-llámame cuando estés más calmada.
Lo sé, perdía mi dignidad diciendo eso después de que ella me hubiese gritado. Antes simplemente me hubiera ido dándole la espalda, pero ahora me interesaba como amiga. Así es, le dije “amiga” porque lo era. No, no estaba resignado, pero simplemente ahora éramos amigos y los amigos se apoyaban. Ya luego se daría algo, y con “algo” me refería a “sexo”.
-lo haré.-respondió volviendo a caminar a la dirección que iba antes.-
¿Su mamá en la cárcel? Oh, esto traería algo muy bueno…
Noten mi sarcasmo.
(...)
Habían pasado tres días desde que no hablaba con Simone. La verdad, es que la pelinegra huía de mí cada vez que me veía. No sabía porque habían arrestado a su mamá y tal vez por eso no quería ni siquiera toparse conmigo pues sabía que le preguntaría. Tal vez tenía miedo a que no la aceptará o que la juzgará, pero a lo que fuese que fuera la razón de su aprestamiento, no la culpaba en lo absoluto, pues eran problemas de su mamá, no de ella.
Siendo jueves y estando harto de los últimos días de la indiferencia de Simone y a sabiendas que a los dos nos tocaba psicología a la primera hora, llegué temprano a la escuela pues sabía que Gallagher era muy puntual, aunque más que eso, era muy madrugadora.
Las seis cuarenta y nadie se encontraba en el salón. Comencé a caminar por todo el salón hasta que decidí sentarme en la primera fila, lugares por donde sabía de ante mano se sentaba la oji-variedad de colores. Al estar en la butaca, saqué mi celular para entretenerme un poco en lo que esperaba a Simone, pues pensaba que se tardaría al menos unos diez minutos más en llegar, cuando en mi acto, escuché como la puerta del salón se abría y del espacio que daba, entraba la pelinegra revisando su celular causando que por primera vez, amará el hecho que estuviera tan concentrada en su aparato pues no se dio cuenta de mi presencia.
-Hola, Simone.-juró que estaba a punto de saltar por el susto, pero lo único que hizo fue mirarme con sus ojos bien abiertos y con su respiración ya algo agitada.-
-Eres un tonto.
-¿La primera ofensa del día? ¡Vamos! Antes te esmerabas más.-le sonreí mientras me paraba del mi lugar y me le acercaba.-
-si buscas la respuesta del porqué de mi comportamiento contigo estos días, creo que ya bien la sabes, así que no jodas y dejémoslo así.-amaba eso de ella, no andaba con rodeos. Pero eso no me aclaraba mucho las cosas.-
-Simone, sabes que es lo que realmente quiero saber. Dímelo.-yo tampoco me andaba con mucho rodeo.-
-Harry…-alargó mi nombre mientras miraba hacia otro lado, como lo había hecho el día que le avisaron del arresto de su madre.-
-vamos, Simone, soy tú único amigo y sé que quieres desahogarte.-le sonreí egocéntrico.-
-de hecho tengo a Sam, Emily, Chad, Niall. Bueno, él es mi primo, pero…-los contó con sus dedos contradiciéndome.-
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My Perdition. |H.S|
Hayran KurguCada persona tiene una adicción diferente que lo lleva a su propia perdición. La mía tiene nombre y apellido: Simone Gallagher.