-¡Ahh!
Grité en cuanto mi dedo índice volvió a tocar la base de la plancha que estaba utilizando para quitarle las arrugas a mi playera de manga larga de cuadros. Metí aquel dedo de mi mano derecha a mi boca y lo relamí con mi lengua, tratando de que se esfumara ese ardor tan incontrolable. No estaba muy seguro si tenía que planchar todo mi atuendo que vestiría ese día, mucho menos cuando no estaba tan arrugada ya que yo solía doblar bien mi ropa antes de meterla a mi armario, pero quería verme totalmente pulcro, sin ninguna macha y sin ninguna arruga.
Apagué el aparato diabólico que había torturado a mi dedo índice y vestí lo que había estado planchado desde hacía una hora. Me veía como un completo idiota. No era yo. Parecía un niño de diez años vestido por su madre con problemas de moda. Mis pantalones eran de vestir, mi playera la tenía abotonada desde el primer hasta el último botón, traía un suéter con parches en los codos y mis zapatos parecían de escuela, agregando, que mi cabello nunca en mi vida había estado más peinado ni mi cuerpo nunca había olido tan bien. Tenía litros de loción encima y toda mi axila estaba cubierta por desodorante.
Abrí mis ojos como plato preocupado y alterado y corrí hacia mi teléfono ¡las dos cincuenta! Simone llegaría a mi casa para irnos, a las tres. ¡Ya no había tiempo! ¡Carajo!
-¡Joder!-escuché gritar burlón, seguido de una risa. Volteé y era Rafael.-te ves patético.-la risa no vacilaba en parar.- ¿qué te ocurrió?
-no es gracioso.-mascullé corriendo hacia mi armario.- ¿Qué haces aquí?
-íbamos en el coche Rafita y yo, pero le andaba del baño, así que hicimos esta parada rápido. Era el lugar que quedaba más cerca.-sacó una pequeña risita.-
Sin darle importancia a lo ya dicho por el tatuado, saqué todas las cajas que contenían mis prendas y comencé a verlas, si no me gustaban, las aventaba y terminaban en el suelo. Estaba desesperado, pero tampoco quería vestir cualquiera garra que me hiciese ver mal enfrente de toda la familia de Gallagher y hacerme menos en frente de Lucas, ya que por desgracia mía, ese chico sabía vestir.
-¿Qué no hoy era la comida tan importante que tenías con Simone y en donde podías actuar para ganártela?-me cuestionó algo que cualquiera hubiese preguntado después de que yo estuviera nervioso toda la semana por lo mismo.-
-así es, pero para impresionarla, tuve una idea improvisada que era vestir diferente y pulcro…creo que no salió como esperaba.
-¿crees?-me preguntó burlón y tajante.-ya, viste lo que sea, habías dicho que llegaba a las tres y faltan cinco para eso.
-es que yo…
Iba a comenzarle a explicar el por qué tampoco podía vestir cualquier cosa, cuando sentí a mi teléfono vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Era un mensaje.
-“Llego en 5 minutos. Espero que estés listo ;).-S”
-¡maldición!-grité angustiado en cuanto acabé de leer el texto.-
-¿Qué ocurre?-me preguntó preocupado Rafael.-
-llega en menos de cinco.-agarré mi cabello entrelazándolo entre mis dedos.-
-qué mala suerte.-hizo un gesto despreocupado.-
-¿Por qué hoy vistes tan bien? Quiero decir, no te ves garroso.-dije tratando de no oírme tan ofensivo y después de verlo por completo. Mi mente empezaba a tener una idea.-
-pensaba visitar a tu hermana. Sé que es un viaje largo, pero no importa.-se encogió de hombros yendo a mi cocina.- ¡¿tienes algo que pueda llevar para el camino?! ¡Es para Rafa!-gritó desde allá.-
ESTÁS LEYENDO
My Perdition. |H.S|
FanficCada persona tiene una adicción diferente que lo lleva a su propia perdición. La mía tiene nombre y apellido: Simone Gallagher.