La tome de los hombros con mis dos manos en cuanto mis labios se pegaron con los suyos. Sus músculos se tensaron al instante, como si lo primero que quisiera fuese quitarse de mi agarre y salir huyendo, pero sin que si quiera moviera mis labios aún, sentí como todo su cuerpo se relajó aceptando mi acto. Comencé a mover mis labios con una gran lentitud ¿Por qué? Simple, no quería que se alejara. Sabía que si la besaba como a cualquier chica que solía besar, no tardaría en empujarme fuera de su alrededor.
Simone estaba inmóvil. Sus brazos estaban caídos y pegados a cada lado de su cintura y cadera. Sus ojos estaban cerrados y sus labios, desgraciadamente, de igual manera, no mandaban señal de vida ni reacción ante los míos.
Mis manos subieron de sus dos hombros, a su cuello y de ahí hacia arriba, a sus grandes y lizas mejillas, las cuales, estaban totalmente heladas. Gallagher, por suerte mía, luego de algunos segundos transcurridos finalmente me correspondió tímida. Si mis labios se movían con lentitud, los suyos iban a una velocidad extremadamente lenta. Temblaban mientras lo hacían, además que podía sentir su inseguridad al hacerlo. Sin importarme, lo disfrute, convenciéndome que tal vez ella lo hacía también.
Por primera vez odie el hecho de dejar de besar a una chica. Comúnmente no me interesaba, un beso más un beso menos, era algo realmente sin importancia. Pero ahora, odiaba el hecho de que tuviéramos la necesidad de respirar, pues al necesitar llenar nuestros pulmones nuevamente de aire, me despegue de la pelinegra.
Me separé de Simone con una suma delicadeza, como si fuera a quebrarse en el momento en que me apartará de ella. En cuanto lo hice, estando aún a una poca distancia de su rostro y con mi mano derecha en su mejilla, pues la otra había bajado a su cuello otra vez, pude observar como del ojo izquierdo de Simone, cayó una pequeña lagrima deslizándose por toda su mejilla, resbalando hasta su mentón del cual cayó al suelo, confundiéndose entre toda las gotas de lluvia. Al abrirlos, sus ojos totalmente grises, que eran como una combinación de azul y verde, se hicieron presentes ante mis ojos esmeraldas. Brillaban con gran luz, no por ilusión, no por felicidad, si no por tristeza. Sus ojos estaban cristalinos y lo único que me indicaba y percibía en ellos, era angustia y desesperación.
-Simone…-le susurre pegando mi frente con la suya y volviendo a posar mis manos en los dos lados de su cara.-
-Es hora de irnos.-balbuceo zafándose a la fuerza de mi agarre, empezando a caminar hacia el auto que ya se hallaba cerca.-
-espera.-trote tras de ella, lo que me ayudo a alcanzarla rápidamente ubicándome a su lado.-¿Qué sucede?-me ignoraba fingiendo que no existía.-Simone.-ahora la tome del brazo, la jale e hice que me volteara a ver.-¿Qué ocurrió?
-Si no te respondo es porque no pasa nada.-sus ojos ahora se encontraban un poco rojizos.-ahora, abre el maldito auto.
No me había dado cuenta, pero cuando gire un poco mi cabeza pude observar mi coche estacionado a lado de Simone, a quien en esos momentos me tenía realmente pensando que tal vez padecía de bipolaridad. No era posible que se divirtiera conmigo, nos besáramos, luego llorará y ahora me tratará como si nada de lo anterior hubiera ocurrido.
Era eso u otra posibilidad a la cual no podía descartar…
-¿no me has oído?
-¿acaso es por tu ex novio?-lo solté sin darme cuenta a lo que Simone quito su cara desesperada y enojada, y la cambio por una en la que revelaba incredibilidad ante mis palabras.- ¿en qué te recuerdo a él?
-No te puedes meter. Ya habíamos quedado en eso.-masculló regresando a su postura y actitud molesta.-
-No me importa ¿Qué es lo que te ha hecho?-vi como apretó sus puños a la par.- ¿Por qué me odias por su culpa?
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My Perdition. |H.S|
ספרות חובביםCada persona tiene una adicción diferente que lo lleva a su propia perdición. La mía tiene nombre y apellido: Simone Gallagher.