VI

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«💸»

Estaba agotado, a rastras había logrado entrar a la bañera para relajarse un poco. Últimamente tenía demaciadas cosas en la cabeza como para aguantar a la señorita Cristina, una de sus tantos clientes, coqueteandole, o los silencios terroríficos de Samuel en el asiento del acompañante.

Si. Fué a buscarlo junto a Mónica, hubiera preferido ir con Raúl sinceramente, no solo porque era una mejor compañía, si no que había química y podía formar una conversación normal. Pero desde ese día Raúl le ha estado evitando, y esa es otra de las cosas que le martillan la mente.

Está verdaderamente consternado desde que dejó a Samuel en su casa.

Mónica, era la única que sabía sobre todo este enredijo, para ir a buscar el deportivo de Samuel. Este caso también lo estaba volviendo loco.

Se sentía pésimo, y no pudo saber absolutamente nada sobre lo que había pasado dentro de esa casa, la casa de Rubén Doblas, porque Samuel viajó todo el maldito recorrido callado, mirando el suelo, como si le hubieran arrancado la lengua.

Todo se estaba desmoronando muy de a poco, y él no podía hacer nada para arreglarlo.

La única vez que al fin se pudo sentir vivo, al fin pudo olvidar todos sus problemas, fué cuando probó los dulces labios de un morocho que se derretía bajo su tacto.

Consternado y avergonzado, hunde su rostro en el agua de la bañera, y desde el suelo de marmol escucha las burbujas amortiguadas por el líquido transparente.

Su corazón vuelve a latir al recordar el rostro sonriente del joven que había logrado dar vuelta su mundo, una corriente cálida recorre cada parte de su cuerpo.

Sus mejillas infladas resguardando el poco aire que le quedaba, sus cabellos ligeros flotando en el agua.

Y al fin tiene algo en claro, algo que estaba a oscuras logró encenderse en su cerebro.

"¿Me gusta Raúl Álvarez?."

Y odia admitirlo en voz alta, odia que Samuel lo supiera antes que él. Pero lo que en verdad desprecia es no tener la suficiente confianza para decirle la verdad al chico.

«💸»

El timbre suena por quinta o sexta vez y le destroza los tímpanos, le reza a cualquier ente del mundo para que no sea ningún cliente.

Pero queda mudo e inmóvil al escuchar la voz fuerte y dulce al otro lado de la puerta.

- ¿S-Señor Luzuriaga?.

Corre preso por la adrenalina y la felicidad de volver a escucharlo. Abre la puerta y sonríe enérgico.

- Raúl...

- Señor Luzuriaga...

El aire falta en el pasillo, el color rojo se incrementa en las mejillas suaves de Raúl, y entiende que no puede impedir lo que el destino tiene planeado para él y Borja.

No ha querido verlo, no ha querido tocarlo, no ha querido enamorarse de él, porque sabe que es imposible que alguien como el señor Borja Luzuriaga, quiera estar con una persona de tan baja postura en la sociedad.

Y eso es lo que más le aterra. Eso es lo que más le duele. A pesar de querer ocultarlo, a pesar de querer negarlo, su corazón, en estos momentos, parece querer salirse de su pecho.

- ¡Hostia, Auron cómo mola!.

Encantado con el ascensor panorámico, y su mecanismo lento, aprieta, sin mucha fuerza, el botón de "planta baja", para volver al inicio y subir nuevamente por el mismo elevador.

𝗠ɪ sᴇɴ̃ᴏʀ || Luzuplay [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora