XI

360 44 59
                                    

«💸»

Los toques en la madera alertan a las dos personas dentro del amplio despacho de Samuel.

Era la hora. La hora en la que todo se decidiría, si se quedaba o se iba.

Tensión, ansiedad y miedo en el pequeño cuerpo de Raúl, que temblaba al otro lado de la puerta.

Algo le revuelve el estómago, y la garganta la tiene seca. Su mente es un desastre, una tormenta de pensamientos mayormente negativos.

Reflexionando si los golpes habías sido muy bajos, alza su puño para volver a llamar. Pero en ese momento, la señorita Silvia, abre la puerta con una cálida sonrisa, causando que el jóven se calmara, un poquito.

Pero cuando emprende camino dentro de la habitación, la penetrante mirada del señor De Luque le deja pálido, y sin aire en los pulmones.

Realiza una pequeña reverencia tanto cortéz como temblorosa, bajo las miradas violaceas y marrones, de sus jefes.

- Álvarez.

"Adiós trabajo. Adiós vida de sirviente. Adiós Beatriz y tus deliciosas galletas con chispas de chocolate. Adiós Adam y tus bromas telefónicas. Adiós Mónica y tus barquitos de papel, que me regalabas cada vez que hacía algo bien."

La nostalgia le envuelve los ojos, convirtiéndose en una capa de agua salada. Le hormiguea la nariz y las imágenes de los bonitos momentos compartidos con todas esas personas, le terminan de hacer un nudo en la garganta.

"Adiós Alex y nuestras excelentes partidas de fútbol en la play. Adiós señorita Silvia, sus vestidos y prendas de algodón eran mis favoritas. Adiós señor De Luque, aunque sea un poco bruto, ha sido el mejor jefe qu-".

- Toma asiento, chico.

Alza la vista, confundido y sus ojos marrones deparan en un sillón blanco, pulcro.

Camina, toma asiento, algo desconfiado y aún con el seño fruncido.

- ¿Cómo te sientes, Raúl?.

La señorita toma asiento frente al nervioso y ahogado chico de mirada cristalina y confundida que pasaba de Silvia a Samuel, y viceversa. Arruga su pantalón con sus manos, mientras inhala con fuerza.

- Estoy algo... Nervioso.

- ¿Sabes por qué estás aquí?.

La voz de Samuel es todo lo contrario a la de Silvia. Ella tiene un tono algo angelical, más agudo, claramente, pero a la vez es muy relajante.

Pero el señor De Luque da miedo cuando habla con seriedad, es tosco, y muy directo. Parecía que acompañado de sus palabras venía una daga.

- M-Más o menos, señor.

La tensión en el aire hace que Silvia se cambie de asiento y acaricie la espalda del joven, que dá un pequeño saltito por tal acto.

- Tranquílo, Raúl. No tienes por qué preocuparte.

- Estás aquí para hablar sobre lo que pasó en la reunión de anoche.

Respira profundo, se apronta para hablar, pero las palabras no salen. Era solo un niño, ¿por qué le tenían que tratar bajo tanta presión?.

Está alarmado, y siente mucho miedo. Su rostro sigue pálido, y parece que en cualquier momento se desmayará.

Silvia nota esto en seguida, y clava sus enormes y hermosos ojos marrones, en aquellos que le mira con terror.

𝗠ɪ sᴇɴ̃ᴏʀ || Luzuplay [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora