Final

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«💸»

Estaba ansioso, muy ansioso y nervioso. El sudor corría por sus piernas semidesnudas, la palidez en su rostro era idéntica al color de las servilletas, que estaba colocando en la mesa rectangular.

Junto a un delicioso bacalao recién sacado del horno, el aroma de las salsas mezcladas, el perfume de los preciosos claveles rojos, y las deliciosas velas aromatizantes, le daban el toque especial de Raúl.

Tres años, que pasaron volando como gaviotas en la costa. Tres años en los cuales había vivido muchas cosas junto al hombre que ahora espera para la cena.

Ese hombre que le logró flechar con una simple sonrisa.

— Que rápido pasa el tiempo.

Sonríe con dulzura, acariciando el mantel pulcro, quitando sus arrugas, aunque no existían, era su manera de desquitar sus nervios.

Como era de imaginar, Raúl esperaba a Borja con la cena de su tercer aniversario. Se había propuesto algo grande; cocinar algo rico y rápido, comer en casa y luego tener sexo.

Claro, eso era un plan descabellado, demaciado estructurado, para un chico simple de veintidos años.

Pero, con un pequeño y ajustado detalle.

Se remueve por quinta vez. El top blanco que trae puesto, simulando ser una camisa muy corta, estaba empezando a molestarle, y más con las cascadas de sudor que estaba teniendo en su espalda. Todo su ser pedía a gritos que se sacara, mínimo, el tul áspero de la falda igualmente blanca.

Pero se había prometido a si mismo que, si a Borja le gustaban estas cosas raras, se las pondría, solo porque su recompensa sería muy grande.

Terminando de abrir la botella de vino blanco, divisa, por milésima vez, el reloj romboide colgado en la pared.

Diez treinta y su novio aún no llegaba.

Era muy extraño eso en él. A casa siempre llegaba lo más cerca de las diez posible, para pasar más tiempo con Raúl. Y ahí es cuando algo le sabe mal.

Busca con desesperación su celular, causando que más de una vez, la falda danzara más arriba de lo que le gustaría.

Un mensaje de Borja avisando que llegaría unos minutos tarde ya que el tráfico estaba difícil.

Raro. Pero no debía desconfiar de Luzu, nunca le había dado una razón para hacerlo en esos tres años de relación.

Entonces relaja su cuerpo como puede y camina hasta la cocina, mirando que podía usar para que ese ambiente se viera aún mejor.

Se había esmerado mucho para lograr esa cena. Había seguido paso por paso la receta que Beatriz le había prestado.

En ese momento recuerda que su tez trigueña resaltaba mucho mejor con la luz cálida, amarillenta, de las velas, así que se dispone a buscar con cautela un encendedor y seis largas velas color rubí, colocándolas por todo el departamento.

Se siente realmente orgulloso de su obra maestra, era la mejor cena que nunca había preparado para alguien. Y se pone a pensar: ¿En que momento ese hombre logró transformarlo en esto?.

Una persona cursi, adicta a la colonia de su amante, que lo espera con la comida y ropa sexy para darle placer.

— Ya llegué, Ra-...

Y las palabras se enredan en su garganta, con el rostro de asombro que tanto le caracterizaba. ¿Y, cómo no sorprenderse?. Se acababa de encontrar con el regalo más jugoso que nunca había recibido, y no solo hablaba del bacalao.

𝗠ɪ sᴇɴ̃ᴏʀ || Luzuplay [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora