XIV

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«🔞»

— ¿Raúl?...

Sentado sobre el suelo alfombrado del pasillo, recostado contra la puerta de entrada al hogar del señor Luzuriaga, un jóven de veinte años, descansaba plácidamente, con los ojitos hinchados, y la nariz roja.

— Raúl.

Llama, tal vez, demasiado alarmado, arrodillándose frente a Raúl, que oculta su rostro entre sus rodillas. Acaricia con dulzura el cabello negro de su chico, mientras éste se empezaba a despertar, muy lentamente.

Y jura que está viendo un ángel, el contraste de las luces amarillas del pasillo pulcro, los ventanales dejando ver el manto morado y rojo del cielo, y él con una sonrisa de alivio bajo todos esos bonitos colores.

Pero, a su mente, viene el por qué estaba en esa posición ahora mismo, y por qué estaba tan enojado con él.

— ¿Me mentiste?.

Confundido, Borja siente que alejan sus caricias con un fuerte manotazo.

— ¿Estuviste llorando?.

— Contéstame.

Suspira profundamente, aún sin entender a qué se refería exactamente, e intenta buscar la mirada perdida del jóven frente suyo.

— No entiendo a que te refieres. Que yo sepa no te he mentido en estos ocho meses que estamos juntos.

Una mueca de tristeza, un puchero demasiado deprimente aparece en los labios rosados, carnosos, de Raúl. Las lágrimas acechan con fuerza, y se permite soltar algunas.

— Me sigues m-mintiendo...

— Raúl, por favor. Entremos a la casa.

— ¡No!.

Borja no entendía nada, realmente nada, buscaba en su cabeza cualquier tipo de respuesta. Tal vez algunas veces que le dijo a Raúl que en realidad la cena no salía tan cara, que él podía pagar sin problemas. O que en realidad si tiene pantalones de pijama a su talla.

Quiere abrazarlo, consolarlo, pero Raúl lo aleja sin miramientos. Realmente quiere entender por qué Auron se siente así, tan mal.

— R-...

— ¿¡Quien cojones es Cristiana realmente!?.

«🔞»

A rastras había logrado que Auron entrara al departamento, y a penas lo hizo, se fué directo al baño.

Revisando su nuevo teléfono móvil, recostado sobre la puerta del cuarto de baño, espera paciente, al chico de mirada marrón que ahoga sus sollozos contra la palma de su mano.

Simplemente no lo podía creer. Ni siquiera habían llevado un año y Borja ya estaba buscando a otro "juguete". Porque si, así se sentía en esos momentos, un objeto que se puede usar y luego arrojar a la basura.

— Raúl. — Llama desde fuera, con la voz cansada y la cabeza hecha un lío. — ¿Quieres agua?.

¿Por qué seguía ahí?. ¿Por qué no volvía con su amante?.

Todo había comenzado hace un par de semanas. A Borja le había robado el celular un rufián con el rostro tapado y una navaja oculta en su bolsillo. Ahí tenía todos sus contactos, cliente, inclusive en el momento estába terminando de confirmar un nuevo caso. Hasta no poder realizar la denuncia en la comisaría más cercana, no pudo comunicarse con Raúl. Quién, al enterarse, salió corriendo lo más rápido posible de su casa para ir a ver con sus propios ojos si Luzu, su Luzu, estaba bien.

𝗠ɪ sᴇɴ̃ᴏʀ || Luzuplay [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora