Capítulo. 46. No me arrepiento

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Hola soy yo otra vez ¿Cómo han estado? Espero se estén cuidando en esta pandemia.
Como siempre los invito a leer mis demás trabajos, y a comentar siendo respetuosos.
Disfrútenlo

YYY

Capítulo. 46. No me arrepiento

Un caballero debería detener al ansioso noruego de lo que sea que estuviera planeando, para encararlo y pedirle una explicación que no estuviera sacada de alguna de sus locuras. Claro, debería detener el beso ansioso que jugaba con la cordura del doctor, pues el muy pillo estaba paseándole la punta de su cálida lengua en donde se había ensuciado de chocolate.
Dentro de poco, Samuel de Luque se dejó seducir por esa lengua intentando abrirse paso entre sus labios al punto de por fin aflojar su boca y dar que el menor pudiese adentrarse, de hecho para estar más cómodos, Samuel comenzó a acomodarlo tomándolo de la cintura para acercarlo y Rubén giró su rostro en pro de que el contacto fuese más íntimo. Sus dedos jugando en la cabellera azabache del mayor, sabía que le dejaría el cabello hecho un lio pero no le podía importar nada que no fuese esa linda boquita de labios suaves incluso el mayor comenzó a jugar a chupar y morder los labios del repostero entre el beso, el cual sabia al dulce del pastel que acababa de comer el mayor. Cuando Samuel acomodó a Rubén tomándolo más fuerte de las caderas, este no pudo evitar soltar un suspiro entre medio del beso, que definitivamente les mandó una descarga agradable a los dos.
De hecho, Rubius luego de eso comenzó sin cortar el beso a avanzar para obligar a Samuel a subirse a su escritorio para acomodarse en su regazo, cosa que cuando logró, ahora gimió en medio del beso y pasó sus brazos detrás del cuello del otro para que el beso fuese aún más húmedo de ser posible. Lo que cuando Samuel sintió inconscientemente no pudo evitar que sus manos fueran a dar al trasero del noruego, quien volvió a gemir. De repente, el menor se cómodo de tal forma que su trasero estuviera sobre el bulto del de ojos amatistas, que lo tenía hipnotizado con esa mirada fiera que le estaba dando, fue turno del mayor de gruñir en satisfacción. Por lo que, Rubius fascinado por ese sonido tan delicioso y los gestos tan eróticos del hombre de cabello negro, se puso a darle besos rebeldes por toda la mandíbula.  Lo sintió tragar en su manzana de Adán, lo que ciertamente volvió a ponerlo caliente. Entonces Rubius ahora que sintió que cierto amigo estaba empezando a despertar, comenzó la fricción lenta sobre este. Volviendo a sacarle un gruñido de satisfacción al mayor. Quien se había convertido ahora mismo con esa mirada tan erótica en su fantasía sexual más poderosa. Se sentía tan bien ponerlo en ese estado casi salvaje. Por lo que el de ojos amatistas no dudó en ayudarlo a moverse sobre él usando sus poderosas manos para apretarle los glúteos.
Estaban en medio de su momento caliente cuando de repente el sonido del teléfono del mayor lo hizo salir de su letargo.
Estaba a punto de tener sexo con Rubius en medio de su oficina a la hora del trabajo, seguramente quien le llamaba era alguien que le buscaba para alguna emergencia. Con todo el autocontrol del mundo, quitó sus manos lejos de Rubius, y se alejó para no dejar que el contrario siguiera con su delicioso camino de besos en su cuello.

─ Osito, creo que deberíamos parar, estamos en medio de mi oficina y me están buscando. Podrían entrar.

El aludido gruñó.

─ Coño solo es cerrar la puta puerta y ya está.

Dijo intentando de nuevo acomodarse para besar al mayor, pero este de nuevo lo detuvo.

─ Osito esto no es correcto, no está bien que me aproveche de que vienes dispuesto a algo que sé que te terminaras arrepintiendo.

─ No estoy arrepentido y no lo hare. 

─Bueno tal vez eso sea cierto pero yo quiero tomarte en serio, no jugar contigo o que tú juegues conmigo. Si quieres podremos salir e incluso aceptare eso de besarnos, pero no llegare más allá de eso. No hasta que lo nuestro sea más que un acoston para ti. 

El de ojos verdes hizo un puchero mientras el doctor lo alzaba para quitarlo con cuidado de su regazo, no sin antes darle un beso sin dobles intenciones y otro en su nariz. Luego se puso a ayudarlo a acomodarse la ropa y el cabello, con tanta suavidad que el repostero estuvo a punto de ronronear, lo único que si hizo fue darle un último beso antes de que el mayor se encerrara en el baño.
Rubén Doblas no mentía, no arrepentía de nada y lo volvería a hacer.

YYY

¿Qué pasara? Lo sabremos en el próximo capítulo 47. De acuerdo, me gusta.

Las flores bajo la nieve [Rubegetta] (resubida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora