Dracula's Wife [Jotakak] (PAUSADO)

Capítulo 10 - El dolor de un esposo. El dolor de un padre. I

⚠️⚠️⚠️ADVERTENCIA⚠️⚠️⚠️
Este capítulo puede afectar la sensibilidad de algunos lectores, se requiere discreción. Tratará temas delicados como el suicidio y la depresión, lea bajo su propia responsabilidad. Debido a esto no habrán dedicatorias hoy.

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Estaba solo, en la definición más completa de la palabra. Su esposa jamás volvería, Jouta decidió dormir por años, y Jolyne...cuanto daño le ha causado a su hija haciéndola partícipe de su ira. Aún puede recordar su rostro horrorizado al darse cuenta de lo que habían hecho. El no se arrepentía de nada, pero sabía que su pequeña y dulce mariposa no era un monstruo inescrupuloso como él y que ella cargaría sobre sus hombros el peso de las vidas que tomaron. No la culpa por irse, el ya no era el padre que ella conocía y no se sentía digno de que lo llamase de esa forma. Tampoco culpa a Jouta por la decisión que tomó, fue el único que honró la memoria de su esposa de forma adecuada.

Jonathan y Jospeh le propusieron ir a vivir un tiempo con alguno de ellos. Se negó. ¿Cómo podría hacer tal cosa? ¿Cómo podría siendo él, un cúmulo de dolor y rencor, irrumpir en la vida de sus hermanos? Si había arruinado su propia familia, estaba seguro de arruinar la de los demás. Jamás en su vida había odiado su inmortalidad como en este momento.

Tanto es así, que anhela la muerte desesperadamente.

Primero intentó ahorcarse, fue inútil y estúpido, el oxígeno no era imprescindible para ellos. Tomó una daga de plata y la clavó en su corazón, quedó inconsciente debido al dolor que eso le produjo y cuando despertó, ya no había ni siquiera una cicatriz. Ingirió el veneno más potente y mortífero que encontró, el efecto pasó a las pocas horas. Se lanzó de un barranco, fue insoportable sentir como sus órganos se despedazaban por el impacto y nuevamente cayó en la inconsciencia, al despertar, seguía vivo. Una y otra, y otra vez, intentaba morir cada día y de maneras distintas, forzando su imaginación a innovar en algo más doloroso y que le otorgara aquello que deseaba, por un año completo. Sin embargo, esa maldición que llamaban vida eterna no le permitía el descanso de la muerte. Tampoco existían hechiceros en el mundo con una magia sagrada lo suficientemente potente para matarlo.

¿Por qué no podía morir? El mundo iba a estar mucho mejor sin un genocida como él. Sus hijos iban a estar mucho mejor sin un asco de padre como él. Su clan lo estaría. La vida no cambiaría su curso por su desaparición. El último recurso que le quedaba era un portador del toque de muerte, y solo una persona como su madre sería capaz de encontrarlo.

Por eso es que estaba frente a ella; la mujer que lo trajo al mundo; la mujer que los crío para ser hombres fuertes, benevolentes con sus aliados e implacables con sus enemigos; la mujer que a pesar de su semblante serio y severo les abrazaba y mimaba con un cariño incondicional que rozaba con lo devoto; que aún con su porte de vampireza milenaria, inalcanzable y poderosa como ninguna, no podía negarle algo a sus hijos. Lisa Lisa Joestar, era el nombre de su madre, la única persona además de su esposa, a la que le mostraría su lado más vulnerable.

El colosal castillo en el que vivía su madre le hizo rememorar sus días de infancia, dónde jugaba junto a sus hermanos y la única preocupación que tenían era lo molesto que se les hacía el sol de mediodía. Pudo escuchar el sonido de sus tacones, sonrió inconscientemente al darse cuenta que en ese aspecto Jolyne se parecía a su abuela, caminaban con la misma fuerza e imponencia. Los grandes portones del salón dónde la estaba esperando se abrieron, dejando pasar a una mujer hermosa, de largo y sedoso cabello negro y ojos azules, usando un vestido negro, una bufanda roja rodeaba su cuello, los zapatos de tacón de aguja. Cada simple movimiento que ella hacía se veía elegante y agraciado, sus pasos, el balancear de sus brazos, el leve contonear de caderas, la agitación casi imperceptible de su cabello,todo. Era de esperar que su apariencia no hubiese cambiado en lo absoluto.