Dracula's Wife [Jotakak] (PAUSADO)

Capítulo 2 - Enamorado por segunda vez

Cursiva y astericos en vertical: recuerdo del pasado.

Cursiva y astericos en horizontal: recuerdo reciente

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El resonar de los golpes en la puerta se escuchó por todo el castillo. Con un movimiento de su mano los enormes portones se abrieron de par en par dejándo pasar a una figura envuelta en un capa. Una mujer. Al retirarse la tela de su cabeza encontró el cabello más rojo que pudiera tener una humana. Muchos de su raza tenían colores de pelo más extravagantes, pero jamás conoció a una humana con un con un color así, tan rojo como un amanecer, largo y rizado, con un mechón al costado de la cara. Sus ojos eran igual de inusuales, de una tonalidad lila brillante. La miró fijamente desde su posición en lo alto de las escaleras, ella se veía diminuta en aquel salón de colosales columnas de mármol y larga alfombra de terciopelo, con la tenue luz de las antorchas lanzando su sombra al frente, direccionada hacia donde estaba él; aquel pedazo de oscuridad que salía de los pies de la mujer parecía llamarle. Cuando ella finalmente le notó, alzó la vista para mirarle a los ojos, la determinación dejándose ver en todo su lenguaje corporal.

-Me llamo Elizabeth de la aldea de Lupu. He recorrido un largo camino hasta aquí porque deseo aprender como ser doctora. - su voz se mantenía en un tono suave pero al mismo tiempo firme, como si no deseara ofenderle pero tampoco dispuesta a ceder conseciones o ser sometida. Desafiante era una palabra que la describía bien. Se trasladó detrás de una de las columnas más cercanas a ella.

-Elizabeth de Lupu, ciertamente me pareces imprudente como para venir hasta mi castillo exigiendo aprender. Seguro has escuchado mucho acerca de mi. - esta vez estaba detrás de ella, percibió el estremecimiento que la recorrió al sentir su presencia tan cerca, pero ella siguió hablando sin ningún temblor en su voz.

-He escuchado muchas historias, pero todas concuerdan que el hombre que vive aquí tiene conocimientos secretos. - ahora estaba al frente de ella, a poco más de un metro.

- ¿Qué tienes tú para ofrecer a cambio de mi conocimiento?- el ceño de la mujer se arrugó y se irguió para encararle. Ahora que se fijaba, era bastante alta para ser una mujer, aunque le faltaban unos cuantos centímetros para alcanzar su porte.

-Tal vez podría enseñarte un poco de modales. He pasado por tu puerta pero no has cogido mi capa ni me has ofrecido de beber.

-¿Y si bebiera un poco de ti?

-Yo realmente deseo aprender, quiero ser doctora. Si les enseñaras lo que sabes no temerían a sus cortas vidas.

-¿Por que debería? Los humanos viven creyendo en supersticiones. ¿Acaso tú también has venido con cruces, estacas de madera y ajo? - la mujer cambió su semblante serio por uno un tanto preocupado, llevando su mano hasta la boca.

-He comido un poco de ajo asado antes de venir. Era lo único que tenía. - no pudo evitar reírse, era una mujer poco común.

-Bien, Elizabeth de la aldea de Lupu. Eres una humana inusual. Ven conmigo. - llevó a la mujer hasta su estudio, donde habían cientos de libros, artículos de investigación y experimentos. Elizabeth observaba todo con el asombro y la curiosidad propios de un infante que comienza a descubrir el mundo.

-Esto es fascinante.

-Espero que toda esta sabiduría te sea suficiente. - Elizabeth le sonrió, y el no pudo evitar devolverle el gesto.