XV

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Otra vez siento los enormes mareos de tener drogas inutilizando mi sistema

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Otra vez siento los enormes mareos de tener drogas inutilizando mi sistema. Me siento un completo muñeco de trapo. Mis ojos están vendados y mi cuerpo completamente desnudo. Huele a colonia inglesa. El perfume me resulta extrañamente familiar, gimoteo para preguntar quien es el que se acerca. 

—No tiene idea de quien soy, ¿no es así? —pregunta una voz, parece ciertamente cercana pero poco próxima. Sé que no me lo está preguntando a mí, debía referirse a otra persona. No comprendo exactamente lo que sucede.

Intento volver a jadear, tratando así de llamar la atención de los presentes. Exijo una explicación, aunque no me la darán. Intento quitar las sogas de mis muñecas, pero claramente se me es imposible. Nikolay hace unos nudos extremadamente fuertes, comenzó a hacerlos luego de que me lograra soltar de unos. Sus castigos cada vez son mas dañinos. 

Hace meses que despierto drogado y solo recordar fragmento de mi vida. Hombres jadeando sobre mí, gemidos, bofetadas, alguien tomando mi cuello, charlas extrañas, estar inmovilizado en una cama, aquel olor apestoso que sale de mi cuerpo, fluidos. 

Lo único que quiero en mi vida era que aparezca Dmitry. Él no era tan malvado, no me haría una prostituta, no me haría pasar por esto. 

—No sabe ni donde esta, señor —explica un segundo al hombre preocupado, usando un tono de voz bastante penetrante—. Lo han drogado lo suficiente como para que no sea un problema, pero no lo suficiente para que este inconsciente. Así logra ver su disfrute.  

Cierro mis ojos un momento. A pesar de la venda, siento que la oscuridad da vueltas. Me siento mareado y quiero irme a casa. No puede ser que yo, un príncipe y heredero al trono pase por esto.

Y de golpe de nuevo bruma. Me dejo llevar por ella, sin importar cuanto tiempo pase dentro.

Siento los jadeos iguales a un cerdo sobre mí, haciéndome regresar a la realidad. No sé cuanto hace que perdí la conciencia, las cosas últimamente siempre se dan así. Siento las manos calientes y sudorosas de un hombre sujetando mis piernas para dejarle libre el camino. Algo se introduce en mi interior por poco tiempo, hay movimientos acelerados y torpes, luego los chillidos aumentan y algo caliente se escurre por mi piel hasta las sabanas. El hombre se aleja de mí, parece satisfecho. 

Dejo caer mi cabeza hacía un lado y la venda se corre por accidente. Uno de mis ojos queda descubierto, logró ver en donde estoy. Una enorme habitación lujosa de hotel, en donde todo es blanco y dorado. El hombre esta parado a pocos pasos de mí, se esta colocando su ropa interior sin notar que lo estoy viendo y mucho menos que lo reconozco. 

—P-primer ministro. —digo sonriendo. 

Trato de concentrar mi mente. Este hombre acaba de tener sexo conmigo, el hombre que tomó firmemente la mano de mi padre cuando acudió a uno de nuestros hogares, parecía entonces tan cortes. El hombre que me saludo con una sonrisa prolija y una reverencia. El hombre que da charlas sobre la importancia de las nuevas políticas ambientales. El mano derecha de la maldita Reina de Inglaterra, esta aquí usándome como su muñeca sexual. Podría haber sido cualquiera y no hubiera ofendido tanto, pero es un hombre de alta sociedad. ¿Dónde dejo sus modales y su caballerosidad? ¿Dónde esta su honor al hacer esto?

El primer ministro da un respingo, quedando completamente en blanco. 

—E-espere —ruego casi incomprensible por mi lengua, quien se siente adormecida—. Por favor, sáqueme de aquí. N-no-no diré nada. 

Aunque debía hacerlo. En cuanto salga de aquí debía decirle al mundo la lista de políticos, celebridades y figuras publicas que habían pasado por aquí. Era mi deber sacarle la mascara a esos monstruos. Pero ahora, lo primero sería tener ayuda de alguien poderoso que pudiera sacarme. Una vez fuera, nada valdría. Es mi deber moral como ciudadano y futuro soberano alejar a estos pedófilos de las calles.  

El primer ministro sale corriendo de la habitación, huyendo como la gran rata que es. Lo llamo para que vuelva, exigiendo cosas que (como siempre), nadie cumplirá. 

Comienzo a llorar sin control. Nikolay va a castigarme por esto. 

 

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El segundo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora