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—¿Qué te dije respecto a esto, pedazo de imbécil? —gruñen

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—¿Qué te dije respecto a esto, pedazo de imbécil? —gruñen. 

Sera mejor que despiertes. 

—Papá, Dmitry es lo suficiente capaz y yo confió en él —espeta alguien con firmeza—. Solo ha sido un pequeño error, no tiene porque volver a repetirse.  Y estoy seguro de que no pasara, el chico solo lo ha logrado a burlar, como a todos nos hubiese burlado. 

No puedes despertar, ¿cierto?

—Sin embargo, el niño logro dejarlo como todo un estúpido —rie una tercera voz—. Es listo, pero tú debías poner una mano dura, Dmitry. Cumpliendo sus caprichos solo haces que te pasen por arriba, debería enseñarte como se hace.

Te castigaran por esto.

—¡Les dije que este pendejo es demasiado listo para que uno solo se encargue de todo! —grita Dmitry—. Se los dije cuando me dejaron a cargo de él, es más de lo que yo podría cuidar. ¡Te lo dije, papá! No podría ponerle una mano demasiado dura ni aunque quisiera hacerlo, estaba demasiado indefenso cuando llego.

Parece que estamos en una reunión familiar.

Las voces son lejanas. Parecen balbuceos, pero entiendo lo que están diciendo. Soy consiente de lo que sucede, más no me puedo alejar de la espesa bruma. Me siento ahogado, no me puede mover. Mi cabeza palpitante del dolor me indica que sigo con vida, más no logro abrir los ojos para ver lo que esta sucediendo. 

Sé que hay cuatro hombres, al menos ellos son los que hablan. Quizá alguno prefiere guardar silencio, ya que parece que todos están demasiado acalorados con mi intento de escape. 

Casi lo logramos, la próxima tendremos que robar el arma. 

—No tienes porque ponerte de esta forma. —dice la voz más vieja con un tono de arrogancia. 

—Que Adler se encargue de él —pidió Dmitry—. Yo me largo.

—¿Dejas a la familia otra vez, Dmitry? ¿Nos darás la espalda por tus propios errores?

—¿Mis propios errores?

Silencio. 

Se escuchan los pasos cerca mío.

Siento que mis pies no tocan el suelo y mis brazos están sobre mi cabeza. Me duelen tanto las muñecas que jadeo. 

—Querido papi, dime ya que eres tan amable, ¿dónde mierda estabas cuando me metieron a ese puto agujero? —gruñe Dmitry ignorando mis agudos gemidos de dolor—. Dime, ¿dónde carajo estabas cuando me obligaban a matar para pagar tus deudas? ¿Eh, papi? ¿Dónde carajo estaban ustedes cuando los necesitaba?  

—Si vas a apuntarme con eso, espero que la uses, Dmitry —contesta la voz mayor—. Te entrenaron, no puedes quejarte de ello. Ahora serías capaz de matar hasta el propio presidente sin ser visto, ¿no es así? 

Todos están tan callados.

—No quiero matar a ningún presidente. Quiero matar al hombre que esta arruinando mi vida con sus malditos negocios. 

—Dispararme, adelante. Pero te recuerdo, hijo mío, que sin mi no hay trato. Yo soy quien conoce a nuestro socios, no tú ni tus hermanos. 

—Y yo soy quien pone los huevos. Después de todo, soy yo quien debe follar y mantener a ese puto príncipe en buen estado. 

—Y estas haciendo un excelente trabajo.

—¿A qué puto costo? ¡¿Crees que me encanta quedar como un marica delante de la cámara?!

—Entonces Nikolay se encargara de él. 

—¡No!

—¿No?

—Él le hará daño en serio. 

—¿Y desde cuando te preocupa su bienestar? Después de lo que su familia nos ha hecho a todos, Dmitry... ¿Te has encariñado con esta peste? 

—No me he encariñado, es solo que es como un perro para mí. No quiero que lastimen a mi mascota. Quiero que Adler lo cuide.

—Oh, vamos, Dmitry —ruega alguien, supongo que debe ser Nikolay—. Yo seré bueno con tu perrito. Déjamelo dos días, al menos. Ya no tengo con quien jugar.

—¿Serás tan bueno con él como lo has sido con Jacob Crane? —rezonga Dmitry. 

Mi corazón se encoge. 

Jacob Crane era un don nadie hasta hace unos dos años. Aparecía en las noticias cada mañana sobre su extraña desaparición en las puertas de su propia casa, sin testigos y sin ni una pista. Pero ese no era el atractivo, sino que a sus trece años era un chico prodigio informático. Le descubrieron en el computador un portal a una web desconocida, una donde vendían cosas ilegales y se encontraba información confidencial de todo el mundo, una que según sus amigos planeaba dársela al gobierno de los Estados Unidos. 

Su cuerpo apareció hace un año en un río en Chile, siendo él un Estadounidense era un poco desconcertante. Los forenses dijeron que jamás habían visto un chico tan torturado. Tenía tantos hematomas que era difícil ver su piel, tenía pedazos de vidrios en su recto y marcas de agujas calientes en toda su piel. Llevaba una pequeña cicatriz en la espalda donde parecía le habían cortado e introducido algodón como si fuera un muñeco de felpa.  Tenía una única nota cuando lo encontraron que decía: "La puta no dejo de gritar y quería que fuera tan tierna como Teddy". 

Entre tantas torturas, el cuerpo de Jacob era irreconocible, lo habían destrozado. No tenía huellas, el agua le arruino sus dedos, tampoco tenía sangre en su cuerpo, lo habían dejado seco. Su cara estaba maltrecha por el agua y parecía un muñeco de trapo, debió haber estado allí metido meses. Lo reconocieron por sus registros dentales. 

Nikolay es el responsable de cada grito que ese pobre debió soltar. 

Quizá la próxima vez que mis padres me vean creerán que parezco un muñeco de trapo después de encontrarme en un río chileno. 

 

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El segundo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora