II

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Antes de que si quiera pueda notarlo, no tengo prenda alguna sobre mi cuerpo

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Antes de que si quiera pueda notarlo, no tengo prenda alguna sobre mi cuerpo. Corta mi camisa con un afilado cuchillo y me saca los pantalones a base de tirones, a pesar de mis gritos y las patadas que le doy en repetidas ocasiones.

Me siento en vergüenza. Mi cuerpo está indefenso ante él. No puedo creer que me tiene solo en ropa interior y pueda hacer conmigo lo que le plazca.

Soy su juguete.

—Hablemos de reglas —dice sacando una pistola de sus jeans y dándole pequeños golpecitos contra su sien.

Dios me libre, es un puto psicópata.

Me quedo inmóvil ante el arma y dejo que las lágrimas caigan.

Jamás vi un arma, a pesar de estar rodeado de guardaespaldas armados todo el tiempo. En mi vida nunca tuve la oportunidad de ver el cañón de una pistola a mi cercanía. Te sientes tan indefenso. Puede disparar cuando quiera y arrancarme de este mundo.

—Nada de comunicación con el exterior —comienza a recitar como si fuera de memoria. No puedo pensar en otra cosa que la cantidad de personas que ha mantenido en la misma situación que yo—. Nadie en este planeta sabrá que estas aquí.

Su acento... ¿Acaso es ruso?

Mis padres no tienen problemas con los rusos. No ha habido ningún tipo de mandato donde se especifique un ataque. Hasta donde sé, no hay problemas con ellos.

—Harás cada cosa que te ordene y si desobeces una regla habrá un castigo esperándote —continua hablando, a pesar de que yo estoy sumido en pensamientos alejados a sus palabras—. Y créeme, en casa me han enseñado mucho sobre torturas.

¿Este tipo cómo pudo llegar hasta mí?

Tengo tanta seguridad que me esperan hasta en la puerta del baño. No hay momento donde este solo.

¿Cómo has conseguido capturarme?

—Solo te pido que no me hagas el trabajo más difícil, no quiero acabar perdiendo la cordura y terminar por asesinar al lindo heredero —dice con una enorme sonrisa. Acerca su mano a mi rostro y me regala algunas caricias tan cálidas y perturbadoras que me achican el corazón—. Si tú eres malo, yo seré malo también. Simple, ¿no?

Asiento sin pensarlo. Comprendiendo mi situación, sé que debo aceptar cada cosa que él me diga. He visto películas sobre chicas secuestradas, debo hacer lo que ellas hacen.

Actúa como niño bueno y obediente, Siem.

Nadie me entrenó para algo así. En mi vida jamás he estado expuesto de esta forma.

—¿Quieres preguntar algo? —pregunta mi secuestrador alejando lentamente su mano de mi mejilla.

Asiento. Tengo miles de preguntas.

Él se acerca hasta mi boca y me saca la mordaza. Siento un gran alivio, odio estar en silencio y no tener voz.

—Pregunta. —ordena en tono frío, se aleja un poco y saca un cigarro de su chaqueta.

Lleva el pequeño tubillo a la comisura de sus labios, abre la boca y muerde el filtro con cuidado. Saca también de su chaqueta un encendedor zippo negro, con el dibujo del as de picas. El naipe de la muerte, pienso temblando.

—¿Q-quién eres? —pregunto muerto del miedo de que tome mi duda de alguna forma negativa y que pierda la razón.

Para mi sorpresa, sonríe.

—Mi nombre es Dmitry —responde sin abandonar su sonrisa, la cual no era fría y enciende su cigarro—. ¿Otra pregunta antes de que comience a jugar contigo?

Trague saliva y mi corazón se acelera.

—¿Por qué yo? —pregunto mientras mis ojos se ponen llorosos.

—Porque tienes sangre real, Siem —dice con una sonrisa burlona, siento que piensa que soy un idiota—. Das un mensaje duro y conciso. 

Quiero preguntarle mil cosas más. Quiero gritar en su cara y escupirla. Quiero llamarlo de todo menos cosas bonitas.

—Si no hay más preguntas, voy a proceder. —susurra.

Quiero decir algo, pero enseguida tengo la mordaza de bola nuevamente en mi boca. Intento luchar contra las sogas, pero es inútil.

Dmitry me pone de pie y me ordena que me quede así. Saca algo de su bolsillo y me lo muestra. Se trata de un choker negro con un pequeño pendiente de corazón que dice Princess. Me lo coloca con total paciencia y me sonríe. Coge su cigarro y suelta el humo en mi rostro.

—Te ves bien princesa, pero podrías verte mejor. —ríe.

Apaga el cigarro en mi piel y suelto un gran grito.

—Calladita —dice sonriendo, se acerca a mi oreja y comienza a susurrarme allí—. Vamos a jugar un juego, pequeña. Cuanto más luches, más doloroso será para ti.

 Cuanto más luches, más doloroso será para ti

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El segundo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora