XVIII

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Me sorprende la verdad que después de todo, me encontré a una de las personas más amables que conocí en mi vida

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Me sorprende la verdad que después de todo, me encontré a una de las personas más amables que conocí en mi vida. Es demasiado sorprendente dado la naturalidad de este caso, se supone que es un secuestrador también. 

—Una vez visite el castillo de Brederode —cuenta sentándose junto a mí—. Fue en la época que escape de casa por diferencias por los negocios de la familia, tú me entiendes, ¿verdad?

Asiento. 

—La verdad es que me gusto muchísimo —admite con total alegría—, debe ser hermoso vivir en esos lugares. Te has criado con muchos lujos, ¿eh?

—Pues si —digo algo tímido—. Tampoco es algo de lo que hablo mucho, no me gusta sonar egocéntrico. He tenido muchos problemas por ello, no cumplir el estándar de heredero al trono. Ya sabe, atlético, pedante, educado, artístico... Es como que debes saber hacer de todo, pero sin que nadie te enseñe a hacer nada.

—Ha de ser muy difícil para ti.  

—Un poco pero siempre cuento con mi madre y hermanos que me apoyan. Ellos son de gran ayuda. 

—¿Qué hay de tu padre?

—Creo que la corona le aprieta demasiado su cabeza y cuesta que circule la sangre. 

Ambos reímos. 

Hace tanto que no rio. Me siento demasiado extraño al encontrarme con mi risa, parece casi ajena a mí. 

—Igualmente, esta muy preocupado. —dice en un intento raro de consolarme.

Lo miro. ¿Cómo sabe que es lo que siente mi padre de mi desaparición? Estoy seguro que él debe estar más ocupado en guardar las apariencias que en buscarme, pues hasta ahora no han logrado ubicarme por lo debo suponer. 

—¿Cómo sabe eso? —pregunto. 

—Tenemos un informante —me cuenta—. Nos ha dicho que ha tenido ataques de nervios y que llora cada noche. Ha comenzado a beber demasiado. 

Una idea surca mi mente. ¿Esta preocupado por mí o preocupado porque se sepa la historia de Alina? Aún me cuesta un poco saber si aquello es cierto, mi padre ha sido muy mal esposo y quizá no es el mejor padre, ¿pero un asesino? El hombre que ha pedido la paz en varios conflictos políticos, la persona que nos conto un montón de veces herido como vivió el intento de asesinato de su padre, ¿él? ¿En serio? Siento que tengo un rompecabezas que aún no se armo del todo. 

—¿Y mi madre como esta? —pregunto un poco temeroso de la respuesta.

No sé que prefería. Había dos opciones: esta destruida o no lo esta. Me dolería que ella este padeciendo todo lo que esta ocurriendo. Pero si no esta herida también sería doloroso, puesto que comprendería que la relación más cercana que tengo no es real, es otra falsedad más de las que se acumulan en la Corona.

Adler toma mi hombro y me hace una media sonrisa de compasión.  

—No hablemos de cosas que puedan perturbar tu paz —dice sobando mi hombro—. Si estoy aquí es porque quiero hacerte sentir un poco más cómodo, temo que a mi familia se le ha pasado demasiado la mano contigo y me gustaría traerte un poco de felicidad. Dime una cosa, ¿qué es lo que más te gustaría en este momento? Pero dime algo que pueda hacer, sabes que no podría libertarte y ni hacer que veas a alguien. 

Pienso demasiado que podría querer yo ahora. Obviamente solo se me ocurre mi libertad como primera opción, pero sé que ello no es posible. 

—Libros —suelto.

—¿Libros? —inquiere. 

—Sí libros para entretenerme y si es posible, me gustaría diarios o revistas para saber que esta ocurriendo en el mundo. Supongo que un móvil sería demasiado pedir, así que me gustaría otros medios para estar al tanto de las noticias. 

No dice nada, solo se pone de pie y sale por la puerta. 

Me quedo pensando en si dije algo malo o si solo de golpe recordó que tenía algo mejor que hacer que estar platicando con su victima. 

La puerta se abre de golpe. 

—Déjalos en una esquina. —se escucha que ordena Adler. 

Dmitry pasa junto a mi, trayendo en sus brazos una pila enorme de diarios. Me mira de reojo, con una mirada que parece querer masticarme vivo y luego escupirme. Siento una vibra asesina y trago en seco.

—Son todos los que han sacado a partir de tu desaparición —explica Adler emocionado de poder cooperarme—. En casi todos te mencionan, hasta que el tema se fue disolviendo pero la verdad has estado en muchas portadas. 

Dmitry se va sin dirigir una sola palabra a nadie. 

—Esta un poco molesto contigo —admite su hermano—, ha sido un poco duro para él que lo dejaras encerrado en el sótano. Pero no tienes de que preocuparte, nos aseguraremos de que no te haga daño ni te asesine. Lo tenemos vigilado.

—Ah. —es lo único que logro decir, ahora preso del miedo. 

 

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El segundo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora