XIII

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No sé cuanto tiempo esta pasando

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No sé cuanto tiempo esta pasando. Siempre contaba con que Dmitry me dijera la hora en cuanto quisiera oírla. Pero Nikolay no juega con esas reglas. 

No sé si pasan horas o minutos, no sé si es de noche o de día. Se siente extraño no poder saber nada. Sumido en soledad y oscuridad, oyendo la carrera de ratas y las patas de los insectos. 

La oscuridad no era buena amiga. Me siento extraño, viendo figuras que no sé si mi cabeza creo. Veo personas caminando o quizá son enormes monstruos que quieren comerme. Me obligo a pensar a que es una ilusión, a que es exactamente igual que cuando de crío veía una pila de ropa y creía que era el viejo del saco. Pero es inútil. Cuanto más lo pienso, más lógica tiene. Me siento una presa. Siento que en cualquier momento una mano me cogerá y me llevará más allá de donde la luz podría llegar. 

Quiero pensar en otras cosas y alejar mi mente, pero no puedo. No puedo si quiera imaginar algo. Es muy difícil apartar mi cabeza de lo que esta sucediendo ahora mismo. Sé que estoy solo, pero siento una respiración. Siento que algo esta conmigo. Tengo miedo y no sé que hacer. 

Llora, Siem. Te hará bien. 

Suelto un jadeo ahogado y dejo que las lágrimas fluyan. No es un llanto de exclusivas lágrimas, es un llanto del niño que necesita a su mamá. Es el llanto del crío que tiene miedo de monstruos, solo que los míos no me comerán los huesos, me harán sufrir. 

¿En verdad estás llorando? —pregunta una voz. 

—¿Quién eres?

No soy nada. 

—¿Q-qué quieres?

Quiero ver como lloras, es todo. Me gustan tus lágrimas.



Lleno de heces, sudor, lágrimas, orina y necesidades humanas, así me encuentra Nikolay cuando abre la puerta con una luz. Me cuesta acostumbrarme a ella, penetra mucho y arde. Mi cabeza palpita de dolor, la vista no me enfoca solo hay manchas borrosas y debo jadear del dolor. 

—¿No crees que es un poco demasiado? —ríe Nikolay viéndome con desprecio—. Solo te he dejado por dos días y pareces una peste. 

—A-agua —jadeó casi incomprensible. No estoy acostumbrado a pasar por este tipo de cosas, en casa me alimentan y cuidan bien. Quizá demasiado. 

—Aún no, cariño. Pensé que en este punto extrañarías a Dmitry, así que te traje un sustituto. 

Mi mirada borrosa y punzante se dirigió hacía el moreno junto a Nikolay. 

—Hay un cambio de planes, cielo. Sé que es un poco improvisto y poco ortodoxo, pero podemos superar esto. Veras, las pornos volverán. Claro que ya no podrán ser con Dmitry, pero aún así debemos sacar ganancia con esto. Muchos hombres la han pasado bien viéndote así, te consideran de los mejores de la industria. Tus gemidos femeninos son dulces para pervertidos. 

Me toma el mentón y me obliga a verlo. 

—Ahora vas a gemir para Rafael —ordenó—. Luego, te iremos vendiendo a los mejores postores. Muchos hombres desean tu piel, así que debes prepararte. Creo que otra noche a oscuras te dejará pensando en ello, ¿o crees que necesitaras más tiempo?

—N-no... P-... por-...

—Shhh, no debes preocuparte. Estarás bien. 

—No me deje aquí solo. 

Comienzo a llorar como una niña desesperada por su muñeca.

—Aprendí mi lección, por favor —gimoteo de forma titubeante—. No volveré a huir. Me quedaré para siempre aquí, no voy a dar problemas. Seré bueno, por favor... No se vaya con la luz. 

Deje mi cabeza caer, mientras él me observaba con detenimiento. 

—Lo juro por lo que más quiera, señor. Seré bueno. —lloriqueo. 

—No debe jurar. Creí que tus padres te habían enseñado modales. 

No logro mirarlo. 

—Rafael, creo que él esta listo para ti —dice Nikolay, mientras se sienta con una cámara frente a mí—. Recuerda que puedes hacer cualquier cosa con él, cualquier fetiche. No creo en las limitaciones, cumple tus deseos con tranquilidad. 

—Creo que con mi polla ya sufrirá bastante. —rie el morocho. 

—Vete a la mierda. —dije poco audible. 

El morocho entierra sus dedos en mi cintura e introduce su polla sin cuidado alguno. Arde mucho. Se siente caliente, pero no de forma excitante. No oculto mis gritos agónicos de dolor, no había rastros de gemidos. Penetra con fuerza, sin seguir un ritmo, solo intentando desgarrar. Escucho sus testículos chocando con mi piel. Lo esta metiendo todo. 

Se fuerte, puedes hacerlo, Siem. 

—¡No puedo! ¡Sacalo! —grito. 

—Creo que esta sangrando. —advierte Rafael bajando un poco el ritmo. 

—Piedad... —lloro apretando mis ojos. 

—¿Quieres que se detenga, Siem? —pregunta Nikolay. 

Asiento desesperado por un fin. 

—Si quieres que se detenga, quiero que digas algo simple. Di: "Papi, no quiero que acabe esto nunca. Estoy tan feliz ahora"

Lo miré llorando y humillado. Su cámara apuntaba directamente a mi rostro. 

—Dilo y parara, Siem. 

—P-papi...

—Continua. 

—Papi, no quiero que acabe esto nunca. 

Suelto un grito al notar que el morocho acelera su ritmo. 

—E-estoy tan feliz ahora. —dije con mi cuerpo débil. 

—Rafael... —lo llamo Nikolay. 

El morocho da una última penetrada, dejando todo su liquido en mi interior. En cuanto la saca, siento el semen chorreando en mis débiles piernas. Camina cerca mío. Veo su polla manchada de sangre, mi sangre. 

—Oh, Siem, no debes preocuparte —me dice dulcemente Nikolay—. Los desgarros le pasan a la mayoría. No tienes que avergonzarte de ello. Creo que ahora tu mayor preocupación son los golpes que te darán. 

Ríe de forma descontrolada. Es un maniático.  

—Bájalo, Rafael. Quiero que este principito bese mis pies. 

 

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El segundo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora