Tras la confesión de aquella mujer, las cosas cambiaron de una forma abrupta. Ella solo se fue en silencio, dejándome helado y sin poder procesar todo aquello que se me había proporcionado. Mis manos en ese momento no paraban de temblar, pero me sentía fuera de este mundo. Había un pitido que sonaba de forma perpetua en mis tímpanos. Recuerdo que vomite algunas veces, pero aún así todo parecía irreal.
Estuve bastante tiempo solo después de eso. Calcule que habrán sido dos días, quizá menos o quizá más. No tengo forma de saber cuanto fue, pues las lagunas mentales fueron un gran inconveniente sumada a la falta de un reloj y una ventana para observar si era de día o de noche.
Fue tras ese periodo de tiempo que Dmitry apareció. Al verlo un destello de alegría me surco la mente, pensé que significaba el final de la era de Nikolay. Pero no fue una visita bastante larga, ni traía algún significado especial. Solo trajo consigo un colchón maltrecho, que arrojó a una esquina sin decir una palabra.
—¿Hola? —intenté decir en ese momento para llamar su atención.
Pero no obtuve nada. Dmitry se limitó a irse refunfuñando.
No noté hasta tiempo después que junto al colchón había una pequeña nota: "Un pequeño obsequio por escuchar mi historia", es lo que decía.
Luego prosiguió más tiempo en donde estuve en soledad, hasta ahora.
El balde donde hago mis necesidades ya hasta lleno y sale de él un hedor horrible, pero el del que ya me he acostumbrado.
Comienzo a preocuparme, pues la sed se me esta siendo imposible de olvidar. Pienso varias veces en tomar mi orina, pero tampoco puedo hacerlo, simplemente aún no logro animarme.
La puerta se abre de golpe. Tiemblo pensando que sería Nikolay, por lo que corro enseguida a un rincón. El corazón golpea mi pecho hasta el punto de hacerme sentir que saldrá volando de este. Me pongo en cunclillas y oculto mi cabeza entre las rodillas.
—No tienes que tenerme miedo. —dice una voz.
No la reconozco.
Alzo mi cabeza y me encuentro con una especie de hippie delante de mí. Es exactamente igual a Nikolay, pero tiene una crecida barba y ropas demasiado cómodas. Por un momento quedo perdido, ¿y si es un castigo de ese hombre horrible y se esta haciendo pasar por otra persona? En seguida refuto mi pensamiento, es obvio que Nikolay es malvado pero jamás dejaría de usar un traje y zapatos lustrados, no unas sandalias. Además faltaban en su rostro algunos lunares que lo caracterizaban.
Noto que lleva entre sus manos una bandeja con muchas botellas de agua y comida. Lo miro frunciendo el ceño y desconfiando un poco.
—Me dijeron que deberíamos dejarte para que te coman tus propios pensamientos —explica acercándose lentamente, como si yo fuera una especie de animal salvaje del cual tendría que tener cautela—. Pero, no podía dormir pensando que estabas aquí muriéndote de hambre.
Levante una ceja.
¿Y este quien mierda es?
Y de golpe como un cohete, cae en mi cabeza y suena su nombre: Adler.
Que Adler se encargue de él, había dicho Dmitry. Y aquí esta, encargándose de mí.
Deja la bandeja delante de mis pies y sonríe de forma cálida. Se acerca hasta el balde, lo mira con repulsión, sin embargo lo toma en sus manos y comienza a dirigirse a la puerta.
—Creo que mejor limpio esto. —dice asqueado.
—No estaría así si no me tuvieran abandonado. —espetó.
En seguida me zambullo en la comida. Como y tomo casi como un animal, necesitaba tanto esto.
—Intenta no ahogarte por favor, ten cuidado —me pide casi con un tono paternal—. Si llega a pasarte algo nos meteremos en problemas los dos.
Lo miro mientras él abre la puerta. Me invade un sentimiento de soledad en cuanto escucho el crujido, no podía creer que estaba tan necesitado de compañía, por más inutil que fuera esta.
—¿Puede quedarse? —pido sintiendo un llanto ahogado.
Él gira sobre sus talones, deja el balde, me sonríe y asiente.
—Esperaba que lo pidieras —admite—, debe ser muy desesperante no tener a nadie más que tus propios pensamientos. Si fuera un retiro espiritual, estaría bien porque podrías conectar con la naturaleza. Pero dudo que pueda conectarse con algo tan horrible como el cemento.
Ay, Dios mío. De todas las personas que existen en el mundo, ¿por qué solo puedo charlar con un hippie?
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El segundo infierno
De Todo"Si alguien puede escuchar mis gritos, por favor sáqueme de las garras de este psicópata" Siem siempre estuvo rodeado de lujos, vivió una vida donde el mayor de sus problemas era sonreír ante las cámaras. Ahora, despertando en una especie de habita...