XXII

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Con uno de los pedazos rotos de la televisión dibujo sobre el cemento, un pequeño monigote al que le puse ruso de mierda, quizá esa es mi infantil venganza

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Con uno de los pedazos rotos de la televisión dibujo sobre el cemento, un pequeño monigote al que le puse ruso de mierda, quizá esa es mi infantil venganza. Lo dibujo muriendo de miles de formas, todas bastante duras y con una crueldad digna de lo que merecen estos malditos. Cuando termino, me alejo un poco y me siento en el sucio colchón. 

La puerta se abre pero no tengo ánimos para recibir a nadie. Me limito a rascar mi cuerpo, sin querer hablar más. Realmente no podía enfrentar el hecho de lo que había visto, no dejaba de ver a aquel hombre en mi cabeza, como la bala se alojo en su frente, la sangre...

—¿Cómodo? —pregunta la persona que entra y en seguida todo mi cuerpo se tensa.

Lo miro totalmente exorbitado. 

No, no puede haber vuelto. 

—Aléjate de mí. —ordeno sin mucho poder.

—Se ve que me estabas extrañando. —dice Nikolay con una sonrisa característica. 

Esta apoyado sobre el marco de la puerta, la cual aún esta abierta. La idea de derribarlo surca mi mente, pero dudo de ser capaz y prefiero no intentarlo.

—Estaba aburrido y decidí pasar a saludar —dice admirando sus uñas—. ¿Cómo ha estado, Su Majestad?

Frunzo el entrecejo, realmente no comprendo a que esta jugando. 

—Supe del escape. —revela mirándome de reojo. 

Dmitry había prometido no contarle a nadie...

Me siento traicionado y asustado. Las represarías de Nikolay siempre fueron demasiado duras.

—Estuve pensando mucho como castigarte, Siem. Hable con Dios y me pregunto, ¿qué es aquello que más dolor le causo? ¿Qué es aquello que perturbo su paz? ¿Fueron los golpes? No, claro que no, los soporto completamente. ¿Fueron los maltratos? No, pudo con ellos.

No noto cuando es que las lágrimas aparecen. 

—Y por fin comprendí —concluye—, lo que mas le dolió no fue mi trabajo. Lo que más le dolió fue que Dmitry destruyera su honor. 

Comprendo en seguida a donde quería llegar. Pienso en las mil y un formas de resistir a lo que esta por venir. 

—Se lo imploro... —intento decir.

—Cuanto más ruegues, más impulsas a estos actos —explica con una tranquilidad que asesina la mía—. Dios lo dice, Siem. ¿Conoces el Proverbio 23:13-14? 

Niego con la cabeza.

—"No escatimes la disciplina del niño; aunque lo castigues con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol". Así mismo, Dios sabe que lo que hago es en base a sus reglas. Solo quiero salvarte del Seol.

—¿Qué es eso? —inquiero.

—Es donde van las almas malvadas e impuras. 

—Pues... ¡Usted acabara allí, maldito enfermo!

Nikolay se me acerca riéndose.

—Niño maleducado. —gruñe.

Se abalanza sobre mí y con una de sus manos coloca las mías juntas sobre mi cabeza. 

—SUÉLTAME —grito—. DÉJAME EN PAZ. 

—Quédate quieto y acepta tu castigo. —ordena. 

—BASTA, POR FAVOR. 

Comienzo a dar patadas e intentar soltarme de él, más él se abre paso con total libertad. Me saca los pantalones a tirones y me deja en paños menores. 

—NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO —repito millones de veces—. POR FAVOR, NO. 

—Te dije quieto. —dice sacando un cuchillo de su bolsillo y poniéndolo en mi cuello.

—Suéltalo. —se escuchó una tercera voz.

Ambos miramos en dirección a la puerta. Dmitry estaba allí, apuntando a su propio hermano con una pistola.

—¿Qué crees que haces? —dice Nikolay soltándome y poniéndose de pie.

—¿Qué crees que haces tú? —espeta Dmitry—. ¿Ibas a violarlo? ¿Cómo mierda se te ocurre?

—Oh, ya veo. Solo Dmitry puede utilizarlo de esa forma. Perdona, hermano, olvide lo celoso que eres con tus juguetes. 

—No esta en el plan esto. No puedes tomarte libertades así y abusar de él.

—Déjame explicarte algo. Papá dejo bien claro que ahora yo estoy a cargo, yo haré lo que quiera con él.

Nikolay se giro, levantando su cuchillo en un intento de clavármelo, pero de golpe... Otra vez ese ruido. 

Nikolay quedo tieso, mientras la sangre brotaba de pecho. La bala había salido disparada de su cuerpo y quedo en la pared, de no ser pq aún estaba el colchón hubiera golpeado también en mí. De golpe, suelta el cuchillo y cae sobre mí. No puedo evitar gritar. Estoy cubriéndome de su sangre. 

Intento quitármelo de encima pero no es hasta que Dmitry me ayuda que alejan el cuerpo ahora sin vida de Nikolay. 

—Mierda —susurra Dmitry—, el cabrón si se la merecía.

Lo miro horrorizado y sin comprender su frialdad.

—Al menos estas bien, ¿verdad, peque?

Miro la sangre sobre mi cuerpo. 

Esta vez si vomito. 

 

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El segundo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora