¡Auxilio!

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Draco se encontraba en una habitación espaciosa que se encontraba en la parte trasera de una elegante tienda en el callejón Diagon. Tenía una poción morada-violeta delante, la cuál borboteaba peligrosamente. Estaba centrado en ella cuando la puerta se abrió violentamente.

Pansy estaba parada en el umbral, y parecía a punto de lanzarle un Avada Kedavra. La chica tenía el pelo negro corto metiéndosele por la boca, el jersey verde deslizándosele por el hombro y estaba tropezándose con sus botines negros. La aparición y la rapidez con la que había llegado la habían dejado con esa apariencia. Y el tener la varita en mano no mejoraba la impresión que daba.

-¡¡Draco-Lucius-Malfoy-Black!! ¿¡Se puede saber que haces aquí cuando tu esposo está dando a luz!?

Draco se sobresaltó y llevó la vista hacia donde reposaba el collar solo para ver como los ojos del león brillaba intensamente. ¿Cómo no lo había notado? James iba a nacer.

¡Y él recién se daba cuenta!

-Pansy, Malfoy -dijo una voz entrando a la habitación-. Al fin los encuentro. Malfoy tienes que ir a San Mungo ya si no quieres que Harry sea un padre soltero.

-Gracias Weasley, pero Pansy ya me avisó -dijo el rubio poniendo a salvo la poción.

-¡Draco! ¡Apúrate! -chilló la pelinegra.

Draco agarró a su amiga de la manga y la jaló hacia la chimenea del cuarto y salieron rumbo a San Mungo. Ron se quedó allí parado, frunció el ceño y desapareció después de ellos.

~•~


Una hora antes.

-Harry, ¿Quieres más té?

-No gracias, Remus -respondió el azabache. Estaba en el salón, haciendo salir humo de colores de su varita para Teddy, quien palmeaba cada vez que las veía. En eso sintió una pequeña patada. Claro con 9 meses de embarazo, ya faltaba poco para que James naciera y las patadas y contracciones habían aumentado durante el transcurso de ese mes.

-Harry, ¿Estás bien? -pregunto el hombre lobo, quien llegaba con dos tazas de chocolate caliente para Teddy y él.

-Si, solo que James pateó -dijo tranquilizándolo-. ¡¡Ay!! Ahí está otra vez.

Teddy miraba a su padrino poner caras graciosas mientras acariciaba su vientre. Le parecía extraño todo eso, pero decidió acercarse y puso su manita sobre el vientre de este, como Harry hacía. Los dos adultos lo miraron enternecidos y Harry sintió que las patadas paraban.

-Me parece que sintió la magia de Teddy. Seguro van a ser buenos amigos cuando crezcan.

Ambos adultos sonrieron al pensar en eso. La siguiente hora la pasaron hablando mientras Teddy pintaba, hasta que Sirius llegó con un pastel por el cumpleaños de su hijo.

Harry tenía algo de sueño, pero no podía ir a casa porque Draco no estaba allí y le había hecho prometer que si él no estaba, Harry se quedaría con los Black, los Weasley, los Zabini o las Parkinson.

-¿Por qué no vas a descansar un rato, Harry?

-Pero es el cumpleaños de Tedd-

-Tranquilo, solo ve -dijo Sirius sonriéndole. Sinceramente le gustaba quedarse allí porque Sirius y Remus los cuidaban como sus padres.

Harry se levantó del sillón con algo de dificultad -era muy cómodo- y se dirigió hacia el cuarto de su mamá, Regulus, que estaba en el segundo piso.

Harry aún se quedaba maravillado con la habitación a pesar de haber entrado allí millones de veces. El dosel verde de la cama matrimonial que compartían James y Regulus, los posters de Slytherin y Gryffindor, los cuales había colocado James porque según él era demasiado verde para su vista, el armario de caoba que encima tenía fotos de sus padres... Y todo eso lo pudo descubrir después de la guerra, cuando Sirius le enseñó el hechizo con el que había ocultado todo eso luego de la muerte de sus padres, Mutatio.

Hogwarts después de la guerra (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora