Capítulo II: "En una pequeña casa vive una pequeña mentira"

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"Desperté en mi cama, más cansada de lo normal. Era lunes. La luz se colaba por la ventana y me golpeaba el rostro. El estómago me gruñía. Los ojos me dolían. No podía recordar el momento en el que me acosté.

Levanté mi muñeca, para revisar la hora. Tres de la tarde. Me puse de pie de inmediato. ¿Cómo me había quedado dormida hasta las tres? ¿Por qué nadie me había despertado? Mi mamá iba al trabajo a la misma hora que yo iba a la escuela, siempre me checaba a ver si estaba lista. ¿Cómo no se dio cuenta? ¿Por qué no sonó mi alarma?

Ya había pasado la hora del almuerzo, ¿No se dieron cuenta de que yo no estaba? Imposible. Lógicamente me preocupé.

Lo primero que noté era el olor. Mientras bajaba y mis sentidos se despertaban, me llamó de golpe la atención. Olía a polvo e incienso. Es raro de describir. La sala de estar era la mía... Pero lucía distinta. No había un mantel sobre la mesa, los sillones estaban cubiertos con telas finas, la televisión no estaba.

No sé qué habían hecho con el lugar. ¿Por qué no me habían avisado? Me moví por la casa, gritando sus nombres. No había nadie.

Mi preocupación empezó a elevarse. ¿Acaso había pasado algo malo?

No tenía forma de comunicarme con nadie. En un principio solo... Esperé. No perdí en ningún momento la esperanza de que volverían. Seguro solo... Solo habrían salido. Se hicieron las cinco, y empezó a oscurecer. El corazón me dolía de la preocupación, y moría de hambre.

Pensé en comer algo, pero el refrigerador estaba desconectado... Y vacío. No había nada. Absolutamente nada. En ningún lado.

Me abrigué y salí. La brisa helada que corría se sintió casi agradable. Había una niebla cubriendo todo. Típico a esa hora en esa época del año.

Los techos tapados con nieve, las calles blancas inmaculadas. Me ayudó a calmarme. Caminé por las nevadas veredas, y llegué hasta el negocio misceláneo que quedaba a pocas cuadras de mi casa.

El hombre que atendía no me parecía familiar. Le pedí un sándwich, y le pagué con lo que tenía en los bolsillos desde que desperté.

Me senté en una plazoleta, frente al negocio, a consumir mi aperitivo. Intenté no pensar demasiado en lo que estaba ocurriendo. Solo... Volvería a mi casa, me acostaría, y todo estaría bien al día siguiente. Tenía que creer eso. Necesitaba creer eso.

Una vez estaba volviendo a mi casa, me crucé con una señora, en sus sesenta y tantos, mirando la entrada.

—¿Puedo ayudarla con algo? —le pregunté.

—Señorita, ¿Vio a alguien salir de esta casa?

Su pregunta me extrañó.

—Señora, yo vivo en esta casa. ¿A qué viene esa pregunta?

—¿Pero qué dice? ¡Esta casa no está habitada!

—No diga estupideces.

—¡Yo soy la dueña! Esta casa está a la venta, ¿Qué no ve? —me preguntó, señalando un cartel colgado encima de la puerta, que ponía "Se vende", y un número telefónico fijo.

—Pero... Señora, mi familia vive acá...

—¿Se siente bien?

—Necesito que me ayude, están pasando cosas muy raras. No entiendo qué ocurre.

—Puedo llevarte a la estación de policía. Ahí se van a hacer cargo de tu problema, nena. Pero no vuelvas a entrar acá que es propiedad privada.

Un escalofrío horrible recorrió mi espalda.

¿Qué estaba ocurriendo?".

~•~

Capítulo escrito por Nahuel

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