Capítulo IX: "Jack el destripador"

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"—¿Qué hago en este lugar, Marcus? —pregunté.

No sabía qué esperar de ese hombre, menos en un oscuro callejón. Temía que sacara una navaja o un machete y me hiciera pedazos. Las telarañas, los graffitis ilegibles y los montoncitos de basura no ayudaron a tranquilizarme.

—No te vas a arrepentir —dijo, sin poder disimular una sonrisa de macabra naturaleza. Se llevó la mano a la espalda, y sacó un pequeño libro. Lo reconocí de inmediato. "Mi Otra Vida"—. Este es mi diario. Sé que has querido leerlo desde que lo encontraste.

¿Antes me lo quitaba a los golpes y ahora me lo dejaba?

—¡Ya me cansaste con tus juegos de mierda! ¡Mi familia está desaparecida, y tu librito no es de ayuda! ¡Tú no eres de ayuda!

—Relax, relax. Ya vas a ver que no te decepciono.

—Solo dime lo que me quieras decir—contesté.

Marcus rebuscó en su bolsillo y sacó algo pequeño, de apariencia delgada. ¿Podría ser...?

Lo sostuvo entre sus dedos, dejándome ver. Un bolígrafo morado.

Todos los sistemas de alarma en mi cuerpo se dispararon de golpe. Millones de ideas se manifestaron en mi cabeza. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso él también estaba perdido?

—Marcus... —dije, con terrible seriedad y mi mirada clavada en la suya.

—¿Querías respuestas? Este bolígrafo es mi respuesta, "Black".

Me quedé paralizada por completo, mi mandíbula se tensó y mis pensamientos eran un desastre.

¿Acaso estaba perdiendo del todo la cabeza, o todo era real?

—No entiendo a qué te refieres —le dije, tratando de sonar autoritaria, sin mucho éxito. Estaba muy nerviosa. ¿Él también era como yo?

—Sabes muy bien de lo que hablo, sé perfectamente que has sido tú la que ha escrito con la tinta negra.

No sabía qué decirle. ¿Cómo podía saber que yo había utilizado la tinta negra? Si apenas habíamos cruzado palabras dos veces... No tenía sentido.

Marcus sabía que yo era tinta negra. Para saber siquiera de la existencia de esa tinta tendría que tener un "comunicador". Osea que el diario ese frente al que mantenía tan extraña actitud era...

—Ese libro tuyo es un comunicador.

Apenas dije esto, Marcus estalló en una maliciosa carcajada.

—¡¿Para esto me dices esta mierda?! ¡¿Para reírte de mí?! —Le reproché.

—Me río porque eres demasiado idiota. Tan solo tenía sospechas de que tu fueras la tinta negra, y me lo acabas de confirmar.

Sentía mi sangre hervir. Quería romperle la cara.

—¡Eres un imbécil! —le grité, para retirarme del callejón.

—¿Ya te vas? ¡Pero si todavía tenemos cosas de las que hablar! —me contestó, a la distancia.

Eso solo me dio más ganas de irme. Apuré el paso.

No reconocía bien el camino, nunca había estado por ahí. La noche poco me dejaba ver, y la nieve entorpecía mis pasos.

Empecé a temblar del frío y a dudar de mis direcciones. Me sentía extraña.

Miré a mi costado, y de reojo noté la silueta de Marcus siguiéndome.

Intenté correr, pero mis piernas no respondían. La noche se volvía más oscura. La nieve se volvía más fría. Las pesadillas se volvían más reales.

Mis párpados se sentían muy pesados. Tal vez... Solo debía detenerme.

No recuerdo más desde ese punto en adelante. Solo... Todo negro. Ruidos distantes, voces puntuales ininteligibles. Pensamientos borrosos.

Y de repente, olor. Olor a desinfectante. Olor a guantes de látex y batas de tela blanca. Olor a balanzas de metal oxidado y cortinas de plástico.

La cabeza me dolía mucho. Eso es lo primero que noté. Abrí los ojos un momento, pero un grupo de luces blancas artificiales me vislumbraron a más no poder, y me obligaron a cerrar los ojos de nuevo. Tanteé mis alrededores con las manos.

¿Una camilla?

¿Dónde mierda estaba?"

~•~

Capítulo escrito por Yuru, editado por Julián y Nahuel

Estoy PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora