"Desperté con un dolor palpitante en mi cabeza, confundida. Había tenido un sueño... extraño. No lo recordaba con certeza.
Matt dio a entender que le había dicho algo, pero no podía recordarlo. Habría hablado dormida, seguramente. Luego, solo seguimos durmiendo.
Por la mañana, me desperté primero.
Matt dormía como un ángel. Tenía mechones de su cabellera sueltos a los lados de su cara. Se veía tan pacifico... Él era pacífico. Era de esas personas que aunque todo estuviera mal, te sonreiría y te haría sentir que todo estaba bien. Eso me gustaba de él. Era tan amable y lindo conmigo, tenía la impresión de que sería mi escape de ese túnel de oscuridad en el que estaba metida.
—¿Espías a la gente mientras duerme? —dijo con una voz ronca. Solté un chillido ahogado. Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no había reparado en que él ya había despertado.
—L-Lo siento no era mi intención asustarte —respondí, dando un largo suspiro.
—Tranquila —respondió él, enterrando la cabeza en la almohada, cansado. Adoraba el hecho de no estar sola, de poder confiar en alguien. El problema es que ahora tenía miedo de perderlo. Tenía miedo de que también me tomara por loca. Tenía miedo de volver a un maldito manicomio. Sacudí mi cabeza para disipar esos pensamientos. Él no sería capaz de entregarme, de ninguna manera. Aún si me tomaba por loca.
Salgo de la habitación para darme una ducha rápida. El agua caliente, el vapor, el sonido de las gotas contra el cristal y la baldosa... Acabó por calmarme.
Bajé a la cocina, mi estómago rugía. Hacía mucho que no comía nada. Matt estaba ahí, cocinando algo. Había vapor por todas partes. Las ventanas estaban abiertas, y él tenía el torso desnudo.
—Ehem, ¿Hola...? —le llamé la atención.
Él se volteó, dejando ver el plato que traía en las manos. ¡Se veía increíble! Tocino con huevos y tostadas, junto a una taza humeante de café.
—Oh, Señorita Athena, ¿Me haría usted el honor de acompañarme para este desayuno? Su presencia en esta mesa sería de sumo placer para mi persona —bromeó.
No pude evitar reír.
Desayuné con Matt mientras me contaba sobre un libro romántico que estaba leyendo. El resto de la mañana transcurrió de manera tranquila. Cuando estaba con Matt no podía evitar sentirme optimista. No estar completamente sola en el mundo era un paso en la dirección correcta.
—¿Tienes más libros? —pregunté.
—¡Claro! Junto a la habitación de mi padre tenemos varios.
Asentí con la cabeza y seguí merodeando por la cabaña. En toda mi estadía ahí no había visto al padre de Matt. Me daba un poco de miedo. Tal vez si el comisario conocía mi caso no le hacía tanta gracia que me quedara con él...
Subí las escaleras y di la vuelta a la habitación del padre de Matt. No lo había notado la primera vez, lo ignoré como parte del ambiente, pero era cierto; ¡Habían tres estanterías repletas de libros!
Comencé a leer los títulos, a ver si encontraba alguna lectura con la que pasar el tiempo. Luego... No estoy segura. Sé que estaba tocando los libros, leyendo sus contraportadas, y en algún momento saqué uno, y encontré detrás de él otro libro más pequeño.
En ese punto, me sentía físicamente mal. No sabría explicarlo. ¿Angustia? ¿Temor? No lo sé. Sentía un vacío en el pecho.
Tomé el pequeño libro, y leí el título: "Mi n..."
Fuertes palpitaciones sacudieron mi realidad. Mi visión se volvió borrosa, mis alrededores se movían. Solté el libro sin llegar a terminar de leer su título.
Los invasores armados de la noche anterior, el tiempo congelado. Lo recordaba todo. Matt si sabía lo que ocurrió, yo le conté.
Mil pensamientos raros cruzaron mi cabeza a la velocidad de la luz. Señales químico-eléctricas en mi cerebro intentaban hilar una hipótesis válida. Mis sentidos más animales, mis instintos, me pedían huir.
Al principio solo... Nada.
Después, algo. Blanco. Viejo, tal vez sucio, pero blanco.
El techo de una habitación.
"Athena".
¿Cómo?
"Athena".
¿Quién?
"¡Athena!"
¡No!
—¿Athena? —preguntó, la voz de Matt.
Me levanté de golpe y miré a mi alrededor.
—¿D-Dónde estoy? —Lo miré.
—Estamos en la farmacia del pueblo. Te traje acá porque era el lugar más cercano y acá trabaja una vieja amiga que nos está ayudando. No bajaste en ningún momento, así que subí a verte, y te encontré tirada frente a los libros. Mierda, me asuste muchísimo, ¡Estabas pálida como la nieve!
—¿Pero qué me pasó?
—Nada grave, estás bien —afirmó—. Mi amiga dijo que solo se te bajó la presión, probablemente por no comer lo suficiente.
Me tuvieron monitoreada por casi una hora hasta dejarme ir. La amiga de Matt se aseguró de recordarme comer bien, tomar mucho líquido y descansar.
Salimos de la farmacia y volvimos a la cabaña. Matt me ayudó a recostarme sobre el sofá y se fue a prepararme un té mientras yo me quedé pensando en qué mierda había pasado.
Cada vez era más difícil convencerme de que no estaba loca. ¿Gente que paraba el tiempo? ¿Invasores de otro mundo que claramente me buscaban a mí? Mi cabeza era un tornado de preguntas, un huracán que no quería cesar. Estaba tan cansada mental y físicamente... Sentía que un tanque de guerra me había pasado por encima. Solo descansé la cabeza en el brazo del sofá y cerré los ojos, a ver si eso ayudaba.
Luego, escuché cómo llamaban a la puerta. Alcé la cabeza al momento.
—¿Es tu papá? —pregunté a Matt. Él no respondió. Solo interrumpió lo que hacía, y miró a la puerta. Se lo veía claramente alerta—. ¿Qué ocurre?
—No lo sé —me susurró, sin despegar la mirada de la entrada.
Me incorporé despacio, a medida que él se acercaba a la puerta. Volvieron a tocar, con más fuerza.
Matt tomó el pomo, y vaciló antes de finalmente girarlo. Para entonces yo estaba situada justo detrás de él, mirando por encima de su hombro.
Abrió la puerta de golpe, y ahí estaba. Marcus."
~•~
Capítulo escrito por Yesibel, editado por Nahuel
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Estoy Perdida
Adventure"Hasta el más escéptico va a coincidir en que el mundo es un lugar raro. Nadie tiene todas las respuestas, y muchas veces nos sorprende con su extravagancia. Tal vez es mejor que no podamos ver el panorama completo. Tal vez... No podríamos soportarl...