Capítulo XII: "Paciencia, Sísifo"

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"Una vez en la calle, Elizabeth no dijo una sola palabra. Solo me miró, casi decepcionada, y se fue. Yo estaba como en un trance.

Las personas pasaban a mi lado, radiantes y alegres, disfrutando del frío clima; Sosteniendo vasos que debían contener chocolate caliente o café. La mayoría chocaba con mis hombros, sin percatarse de mi existencia.

Tal vez así era mejor. Que nadie se diera cuenta de mi presencia, y no causara más problemas. Aunque de esa forma sería más difícil responder las imposibles preguntas que rondaban mi mente, por lo que aquella opción no era para nada válida.

'Marcus falleció hace cuatro años'.

La voz de Marie Adler volvió a mis pensamientos. ¿Le debería creer? ¿Si Marcus estaba muerto, quién era el chico que me atormentaba cada vez que tenía oportunidad? ¿Acaso estaba viendo fantasmas?

Tal vez Elizabeth y el loquero tenían razón. Estaba loca, o al menos lo bastante como para crear una historia de fantasmas y tintas mágicas.

Tintas. El diario. ¿Habrían dicho algo? Me senté en una de las bancas que se encontraba en aquella calle y saqué el diario de mi bolsillo. Lo abrí, y de golpe el aire se quedó atrapado en mis pulmones. Pensé que se trataba de un error, pero no, ahí estaba. Tinta morada.

"Hacía mucho no me pasaba por aquí", había escrito.

Noté que nadie estaba respondiendo. ¿Estarían sorprendidos? Tomé mi bolígrafo, enferma de rabia, pero justo Blue empezó a escribir. Su caligrafía parecía más apresurada que de costumbre.

"No eres bienvenido aquí, morado".

"¿Acaso no me extrañan?".

Noté mi sangre hirviendo. No me pude contener.

"Eres un hijo de puta", escribí, con violencia. Noté que la mano me temblaba. Tal vez había sido una estupidez, pero no importaba. Ya no. Necesitaba verlo, al menos para confirmar que era real.

"¡El loquero no te quitó el diario! ¿Te llevaste un susto, loca?" Escribió él en respuesta. Los demás colores no respondieron, supuse que estarían deduciendo que los dos nos conocemos.

"¿Yo estoy loca? ¡Tú eres un maldito psicópata!", escribí, sintiendo como mis mejillas se coloreaban de rojo, no solo por el frío, también por la ira que estaba sintiendo.

"Black, ten cuidado con el de la tinta morada". Fue la tinta roja quien escribió. ¿Las demás tintas igual sabían de él?

Nadie volvió a escribir en un rato, así que guardé el diario y decidí averiguar más sobre Marcus Adler por mi cuenta. ¿Cuál era su propósito? ¿Ocultar mi realidad? ¿Ocultar lo que sucedió con mis padres y hermano?

Antes había una duda más urgente que corroborar. En menos de una hora me encontré al frente del Legacy Silverton Medical Center o más conocido como Silverton Hospital. Ahí encontraría respuestas. Me puse la capucha de mi sudadera para entrar al lugar. Estaba lleno de gente y personal médico caminando de un lado a otro. Agradecí que Marcus me llevara a un hospital diferente, si no, los doctores que pasaban junto a mí me hubiesen reconocido.

Era tal como recordaba desde la última vez que había venido. ¿Haría ya mucho tiempo? A pesar de saber en qué año me encontraba, estaba confundida con el pasar del tiempo. Caminé directamente a donde se encontraba la morgue. Allí detrás de un escritorio estaba sentada una mujer de mediana edad.

—Buenos días, señorita, ¿En qué le podemos ayudar? —Me preguntó, sonriendo de lado.

—Me gustaría leer el expediente de un familiar —Le mentí, después mordí mi labio inferior y escondí mis manos en los bolsillos de la sudadera, tratando de controlar mis nervios.

—¿Alguna identificación o permiso?

Mierda, no tenía nada. Tendría que improvisar.

—Olvidé mi identificación en casa, salí apurada por el trabajo, pero ver ese expediente es muy importante para mi —Volví a mentir, esperando que la mujer me crea y se apiade de mi.

—Está bien, no se preocupe, ¿A quién busca?

—Marcus —susurré—. Marcus Adler. Soy su hermana y necesito repasar algunos detalles de su fallecimiento para un documento.

—Espere un momento —Dijo y se retiró, dejándome sola en aquel pasillo, con los nervios a flor de piel. Tenía un mal presentimiento, pero debía estar ahí para averiguar más y buscar respuestas a mis preguntas. La mujer volvió con una carpeta en sus manos— Lo tendrá que leer aquí, no lo puede retirar.

Asentí agradeciéndole, para luego abrir el archivo y encontrarme con su foto. Su cabello rubio desordenado, sucio y ensangrentado, los ojos cerrados y morados y los labios rotos. Parecía tener el pelo mucho más corto y se lo veía excesivamente delgado y pálido. 

"Marcus Adler, veintidós años, asesinato. Fecha: Trece de febrero de mil novecientos ochenta y dos. Anotaciones extraordinarias: Trastorno de identidad disociativo, cáncer pancreático".

Era verdad. Él estaba muerto. No eran delirios de su madre. Había hablado con un fantasma. Un fantasma me atormentaba, un fantasma sabía por lo que estaba pasando, conocía mi vida.

—Gracias —dije para después entregar el archivo. Debía salir de aquel lugar lo más rápido posible. Me volteé para dirigirme a la salida, pero mi cuerpo se congeló. Me tallé los ojos, segura de estar equivocada. Pero no era el caso. Él estaba ahí, en la acera de enfrente, sonriendo.

Estoy loca, me dije. Perdí la cabeza por completo. Di media vuelta, dispuesta a huir por la puerta trasera.

Reanudé el paso, apresurándolo con cada pisada, hasta casi correr. Me alejé del hospital y de mi persecutor. La respiración entrecortada, el corazón a mil. ¿Tenía siquiera sentido correr?

Estoy loca, estoy loca. La gente por la calle, entorpeciendo mi paso. Los charcos helados de agua y permafrost, el dolor de la pérdida, los coros de los difuntos a mis espaldas. Giré en una esquina, pero...

—¿Te sorprendió ver que Marcus está muerto? —Apareció frente a mí. Lo esquivé lo más rápido que pude, pero aun así comenzó a seguirme—. Maté a Marcus, ¡Lo maté con mis propias manos! —gritó a mis espaldas. Fruncí mi ceño al escucharlo. No lo entendía. No quería oír su voz, nunca más.

"Trastorno disociativo". Doble personalidad. ¿Acaso el que me hablaba no era el Marcus que conocía?

—¡Vi su sangre correr mientras lo masacraba!

—¡Dios! ¿Qué mierda quieres de mí, maldito enfermo mental? —pregunté, harta. Preparada para enfrentarlo, me di vuelta y lo vi riéndose. Se estaba riendo de mí. ¿Realmente nadie más lo veía? ¿Acaso le estaba gritando a la nada?

—Muy buena pregunta, Athena —Se acercó a mí, obligándome a retroceder. Miraba sus facciones, su expresión, su vestimenta. ¿Era posible imaginar a un ser humano de esa forma? Por culpa de mi distracción, choqué con una mujer—. Disculpe, señora, es que esta chica está fuera de control —Le dijo, mientras ella pasaba a su lado.

"Oh, no hay problema", respondió la mujer.

Detuve mi paso, desorientada. ¿Podían verlo, podían interactuar con él? ¿Pero entonces... Cómo es que estaba muerto?

—¿Qué... ¿Qué eres? —pregunté, horrorizada.

—Oh, no, esa no es una buena pregunta... La de antes sí. ¿Acaso te gustaría saber qué quiero?

—¡Déjate de mierdas, y dime!

—Quiero destruirte, Athena Blake."

~•~

Capítulo escrito por Javiera, editado por Julián y Nahuel

Estoy PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora