Sonó la campana, sacándome de mis pensamientos y marcando el fin del descanso. Recogí mis cosas y guardé el libro en mi mochila mientras entraba al salón.
Después de tres largas clases, a las que no presté atención, regresé a casa. Al llegar lo primero que hice fue correr a mi habitación y ponerme a leer. La historia de Athena era mi mayor interés, y necesitaba saber a dónde llevaba...
"Empecé a deambular por la casa, para ver si podía encontrar algo que me dijera quién era Marcus y de cómo me conocía, pero después de dos horas de no encontrar nada relevante, me di por vencida. Habían vestigios de quién era él, de su vida, de su personalidad, pero nada que me sirviera.
Era obvio que debía volver a la comisaría. Me abrigué, asegurándome de cubrir las marcas que Marcus había dejado en mi cuello y muñecas, y salí una vez más.
El oficial de turno no era el que me había recibido la otra vez. Este tenía cara de muy pocos amigos.
—Disculpe, oficial... —llamé su atención. Como única respuesta obtuve una mirada irritada, y un movimiento de cabeza, con el que me incitaba a explicarle mi problema—... Los documentos deben de estar por ahí, estuve acá más temprano. Necesito que me ayude a localizar a mi familia.
—Va a tener que darme más información si quiere que haga algo.
—M-Me llamo Athena Blake. Mi padre es Robert Blake, mi madre Gilda Taylor y mi hermano Derek, también Blake. Aparentemente... he estado en una especie de coma. No sé dónde está mi familia, no sé dónde pude haber estado este tiempo. Temo que pudieron haber sido años...
El hombre puso los ojos en blanco y suspiró.
—Usted es consciente de que esto puede tomar un tiempo, ¿No?
—Señor, ¿No se da cuenta de mi situación? No me importa esperar. Estoy desesperada.
—Como quiera. Vuelva mañana temprano.
—¿Perdón?
—Como le dije, va a tomar un tiempo. Tenemos que revisar registros de varios hospitales, rebuscar entre documentos y documentos hasta encontrar su apellido, ver si corresponde a su familia; un lío. Vuelva mañana a ver si tenemos algo. Hasta entonces, no tiene sentido que se quede.
—¿No hay posibilidad de que me quede?
—No tenemos servicio de pijamadas. Tenemos un calabozo, pero no es muy cómodo. Si ya estuvo acá, llenó formularios. Sabemos dónde encontrarla. Es libre de retirarse.
Asentí con la cabeza, y tras vacilar un poco, acabé por irme. La noche ya había caído por completo. Copos de nieve rozaban puntualmente mi nariz. El firmamento se hizo presente, siendo la única fuente de luz disponible. Las estrellas, la luna... Tal vez solo ellas sabían qué me había pasado.
Me sentí incómoda en mi cama. Sentía que, de alguna manera, esa no era mi casa. Claro, las paredes eran las mismas, las estructuras permanecían intactas, pero mi familia no estaba ahí. Su aroma no estaba ahí. Nuestras cosas no estaban. Eso ya no era mi casa... Eso era solo un edificio más.
¿Realmente había estado en un coma por cuatro años? ¿Se habrían cansado de esperarme? ¿Se habrían solo... ido? No, ellos no harían eso... ¿No?
En algún momento, me quedé dormida. Al despertar, tenía la esperanza de que todo hubiera sido solo una horrible pesadilla. Pero claro, no era el caso. Me vestí, una vez más, y me dirigí de vuelta a la comisaría.
Durante el camino pensé en Marcus. Nada relacionado con él estaba bien. Marie no parecía tener ganas de hablar de él, luego se aparece en mi casa, me ahorca, toma su libro y se va.
¿Quién era ese loco?
Entré a la comisaría, y ahí me esperaba el oficial de la noche anterior. Tenía muchas ojeras. Al lado de él, había un hombre de traje y lentes redondos. Llevaba un maletín negro, cómicamente pequeño.
—A usted la estábamos esperando —dijo el policía, con notable cansancio en la voz.
—¿Yo? —pregunté.
—Si, señorita Blake. Sígame, por favor —dijo el del traje.
Asentí con la cabeza e hice caso. Me llevó hasta otra oficina. Esta era ligeramente más pequeña. Contaba solo con un escritorio, algunos papeles sobre este, y dos sillas a cada lado.
El peculiar sujeto me dejó ingresar primero. Cuando ingresó, bloqueó la puerta, asegurándose de que nadie pudiera entrar.
Luego, nos sentamos, uno frente al otro. Él dejó su maletín sobre la mesa.
—¿Entonces? ¿Quién es usted? ¿Encontraron a mi familia? —le pregunté, impaciente.
—Vamos de a poco. Yo soy el doctor Fred. Soy licenciado en medicina psiquiátrica y psicología, y estoy aquí para ayudarte."
~•~
Capítulo escrito por Yesibel y Naydelin, editado por Nahuel
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Estoy Perdida
Adventure"Hasta el más escéptico va a coincidir en que el mundo es un lugar raro. Nadie tiene todas las respuestas, y muchas veces nos sorprende con su extravagancia. Tal vez es mejor que no podamos ver el panorama completo. Tal vez... No podríamos soportarl...