Capítulo XVI: "Que feo tener un espejo roto"

8 0 0
                                    


"El diario cayó al piso. Las manos me temblaban. Sudores fríos resbalaron por mi espalda.

Sentía como todo el cuerpo me picaba. Una incomodez absoluta. Una inseguridad imposible. Mil escenarios horribles pasaban por mi cabeza. ¿Qué podría pasar a raíz de que en el diario estuvieran todos mis datos?

Si volvía a ver a Marcus lo mataría con mis propias manos. Me lo juré, mientras daba vueltas por la habitación, nerviosa.

Tomé del piso el diario, con miedo, y lo abrí en la página pertinente.

"¡Qué mierda! ¿Esto es real?", preguntó Red, incrédulo.

"Yo no miento", tinta morada.

"¿Eres consciente de las consecuencias que podría tener esto, maldito idiota?". Green.

"Oh, dios". Blue.

La reacción de los tintes solo empeoraron la situación. ¿Realmente era tan grave?

Necesitaba calmarme. Sentía que el corazón me iba a reventar.

Estaba en una casa alejada, compartiendo techo con el comisario del pueblo y su hijo. Era un lugar muy seguro, ¿No?

"Morado, eres un jodido psicópata". Red.

"¿Por qué harías algo así? ¡Pones a Black en gravísimo peligro!". Blue.

"Bueno, claro, por algo lo hice". Marcus.

"¿Pero qué puede pasarme?", pregunté, asustada.

"Cosas malas". Red.

"Nada bueno". Green.

"Ni siquiera nosotros sabemos. Las posibilidades son vastas y... pesimistas". Blue.

Cerré el libro de golpe. Claramente no me estaba siendo de ayuda. ¿Qué mierda significaba eso?

Me dirigí rápidamente al baño y me lavé la cara. Todo me daba vueltas. Decidí darme una ducha para ayudar con los nervios. Era tarde.

Me vestí y salí del cuarto de baño, pero al hacerlo me encontré de golpe con Matt.

—Oh, no pensé que siguieras despierto —dije.

—Me dio hambre, bajaba a comer algo. Me alegra que ya te estés aclimatando a este lugar —Sonrió.

—Ah, si, si. Oye, ¿Te puedo hacer una pregunta un poco rara?

—Siempre.

—¿Hay armas en esta casa?

—Solo la que mi padre tiene en su mesa de luz. Un revólver del treinta y ocho. ¿Por qué?

Me sorprendió que fuera tan directo. Supongo que en el hogar de un comisario las armas de fuego no eran tema tabú.

—Nada, nada. Solo curiosidad. Ahora, por favor no me tomes por loca... ¿Puedo dormir en tu habitación, contigo? Es solo que... tengo pesadillas —improvisé—. Y me siento muy insegura estando sola.

Se mostró sorprendido ante mi pedido.

—Bueno, si, supongo que no hay problema. Tengo un colchón extra bajo mi cama; puedo sacarlo y dormir ahí.

—Oh, no, no. En todo caso yo dormiría ahí, es tu habitación. No te podría hacer dormir en el suelo —dije, avergonzada.

—Es mi habitación, y tu eres mi invitada. Y más si sufres de pesadillas, tienes que estar lo más cómoda posible. Insisto —respondió.

—V-Vale. Gracias. No sé dónde estaría de no ser por tu ayuda.

—No es para tanto —Sonrió, compasivo.

—Lo es. En serio. Significa mucho para mí.

—Oye. ¿Estás bien? —preguntó, buscándome la mirada.

—S-Si. Solo estoy cansada.

—Si algo te ocurre, me gustaría que me cuentes. Tal vez pueda ayudar.

No, Matt. Con esto nadie puede ayudar.

—No te preocupes. Ya hiciste más que suficiente —Le sonreí.

—Te están llorando los ojos.

Llevé mi mano al rostro y sentí las lágrimas cayendo entre mis dedos. Me di vuelta inmediatamente. Ni siquiera me di cuenta.

—¡N-No es nada! —Me excusé.

No parecía poder detenerlo. Demasiadas emociones fluyendo, demasiadas cosas habían pasado. Por dios, me habían metido en un jodido loquero, había conocido a mi abuela, y ahora mi nombre estaba en el comunicador, cosa que ni siquiera sabía qué significaba.

Sentí la mano de Matt en mi hombro. No podía aguantar más. Agaché la cabeza, y solo pude sollozar. Estaba perdida. Estaba sola. ¿Dónde estaba mi familia? ¿Dónde estaba la gente que amaba? ¡Necesitaba a mi hermano, necesitaba a mi mamá, a mi papá!

Me volteé y abracé a Matt con fuerza, ocultando mi cabeza en su pecho. No quería que me viera así. Odiaba eso.

Noté sus brazos alrededor mío. No podía dejar de llorar. Todo estaba mal, todo se había ido a la mierda.

Mi realidad estaba rota."

~•~

Capítulo escrito por Naydelin, editado por Nahuel

Estoy PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora