♡8- Adopción.♡

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Unos años antes, pasado.

Narrador omnisciente

Un pequeño niño de cabellos azabache y mirada verdosa, de casi tres años de edad veía la escena sin entender absolutamente nada.

¿Porqué mis padres tienen sus ojos cerrados?

Se preguntaba.

En aquella calle a oscuras con solo las luces de carros, policías y ambulancias, llena de personas rodeando su pequeño cuerpo. Observaba cómo sacaban a sus padres de aquel coche aplastado y volcado. Caminó fuera del coche para perseguir a su hermano, quien un año mayor tenía heridas y, sus ojos también estaban cerrados.

Se sentó al lado de su cuerpo, tratando de moverlo. Aún así pensaba que no era hora de dormir.

—Nolan.. ¡desespierta! —intentó pronunciar la palabra "despierta".

Unos paramédicos corrieron hacia el niño.

—Hay un sobreviviente. —mencionó uno de estos.

—Llevenlo a la ambulancia para las revisiones de sus heridas. —comentó el otro.

—¿Y este otro niño? Creo que está respirando, espera no...

Fue lo último que escuchó aquel niño. Antes de ser cargado y ver la escena por el cuello de aquella extraña persona.

El paramédico deja al niño en la ambulancia y entra junto con él. La ambulancia arranca y el paramédico comienza a revisar todas las heridas del niño. 

—¿Cómo te llamas, pequeño? —le preguntó esa persona, mientras ponía un poco de alcohol en un raspón que se encontraba en el rostro del niño.

El chico ignoró por completo el pequeño ardor, pues estaba más interesado en lo que estaba pasando.

—Nao, eh Noa, Noa sin "h" wi.. we... West. —le respondió.

El paramédico sonrió y observó que el niño no había tenido un golpe fuerte en su cabeza. Por suerte estaba en sus cinco sentidos.

—Bien, Noa sin "h" West. Quiero decirte que eres un muchacho muy pero muy valiente. Llegaremos a un lugar un poco desconocido para ti. Y luego irás a un lugar gigante llenos de muchos niños para jugar todos los días.

El niño arrugó sus cejas sin entender aquello. Le parecía muy divertida la idea, pero aún no entendía porqué todo ese revuelo tan de repente.

—¿Y mis papás? ¿Y dónde es, ese, ese... lulugar?

El señor de cabellos negros se levantó de aquel lugar y, de un botiquín extra sacó una paleta en forma de dinosaurio sabor a limón, para dársela. Ya que terminó de curar sus heridas y Noa no se quejó en ningún momento.

Se la entregó a Noa y este con gusto la aceptó.

El primero respiró hondo, sabía que tenía que decir la verdad, pero tampoco de una forma cruda. 

—Tus papás irán a un lugar mejor. No podrán volver, pero ellos te cuidaran mucho desde el cielo.

—¿El cielo? ¿Por qué no podedo, eh, puedo ir con ellos? —preguntó el pequeño Noa, tratando de abrir la paleta.

El señor tomó la paleta para abrirla y volversela a entregar. Pensó muy bien sus palabras, sabía que los niños suelen ser muy preguntones a su corta edad. No obstante, tenía claro lo que le querría decir.

—Porque ellos ya estaban muy grandes, y era su turno de descansar. Tú cuando seas grande podrás ir con ellos y encontrarlos. Pero primero promete que crecerás y cumpliás todos tus propósitos. Ellos ahora te observan desde arriba, así que recuerda nunca defraudarlos.

A book behind you 2: A heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora