33: Dia Libre

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Fred estaba por las calles de la ciudad, hace bastante que no tenía un puto día de descanso, así que por ello quería aprovecharlo al máximo y así olvidarse de lo que consideraba su asquerosa vida, el rubio decidió ir por las calles principales de la ciudad en busca de algo de diversión.

Sin embargo no parecía encontrar algo que fuese lo suficientemente interesante como para hacerle poner entusiasmo, así que simplemente se sentó en una banca, sacó sus cigarrillos y se dispuso a fumar, el rubio dio un vistazo hacia el cielo mientras pensaba en lo mucho que su vida se había tornado aburrida, pues consideraba que había estado dedicándose al trabajo durante toda su vida y por ello nunca se había planteado más pasatiempos, una mueca de disgusto se formó en su rostro al darse cuenta de que él era una persona aburrida y los únicos momentos en los que se la pasaba bien era cuando se encontraba en el trabajo.

- Fred ¿Qué haces? – una voz se hizo escuchar, sacando de sus pensamientos al rubio

- ¿Eh? – el rubio miró en dirección de donde provenía la voz, percatándose de que se trataba de Gregorio

- Gregorio… - una sonrisa se formó en los labios del rubio al ver al pelinegro

- ¿Quieres algo de compañía?

- Pues venga, es algo que me hacia falta

- Ya veo – Gregorio dejo salir una pequeña risa para enseguida proceder a sentarse junto al rubio - ¿y bien? ¿Cómo está tu día?

- Pues he tenido días mejores… francamente no tengo idea de que puedo hacer

- Bueno… creo que puedo ayudarte con eso – dicho esto el pelinegro tomó la mano del rubio - ¿quieres ir a comer algo? Hay un buen restaurante por aquí cerca

- Eso… estaría muy bien – el rostro de Fred se tiñó de un bonito color al escuchar aquella propuesta

- Adelante entonces, vayamos

Ambos hombres se pusieron de pie para ir al lugar sugerido, Fred se quedaba un poco atrás al caminar pues realmente se sentía un poco nervioso por la compañía de Gregorio, si bien el verlo a él no estaba dentro de sus planes, lo cierto es que era que aquello podría ser lo que le hacía falta para mejorar su día.

- ¿Qué sucede? – habló el pelinegro al detener sus pasos

- Oh nada, nada

- Pues entonces camina a mi lado – dicho esto el hombre tomó la mano del rubio para así retomar su caminata

- Gregorio… - Fred dejó salir un pequeño suspiró para finalmente sonreír nuevamente – eres muy dulce

- Oh vamos… tu eres el lindo aquí

- ¿Qué cosas dices?

- Solo digo lo que es evidente… tu eres hermoso Fred

- No digas esas cosas… es algo vergonzoso

- Y eso tan solo confirma lo que he dicho

Ambos llegaron a un pequeño restaurante, el cual tenía mesas tanto por dentro como por fuera, la pareja decidió pedir una mesa afuera pues así podían continuar viendo las calles de la ciudad, Fred tan solo intentaba disimular aquellos sentimientos que ese hombre provocaba en el, Gregorio era un hombre único en el mundo, sabía que alguien con el corazón tan lleno de pureza seria difícil de encontrar.

La camarera llegó con los alimentos que la pareja había pedido y de inmediato comenzaron a comer, el ambiente era bastante tranquilo, no había el caos de las calles que normalmente se daba, daba la impresión de que repentinamente los ciudadanos decidieron calmarse, todo parecía indicar que las cosas irían bien en aquella comida, sin embargo no fue así del todo.

Fred que miraba al pelinegro comer, se dio cuenta de que la expresión de alegría que hace segundos portaba, se vio reemplazada por una expresión de desagrado, el rubio se preguntaba el porqué de ello, pero antes de que pudiese decir palabra alguna, sintió como una mano se posó en su hombro.

- Fred ¿Qué tal?

- Oh no… - Fred reconoció esa voz, se trataba de Serjay

- Oh lo siento ¿interrumpo algo? - cuestionó el ruso con una sonrisa

- No…en lo absoluto – murmuró Gregorio

- Ya veo, entonces creo que podría hacerles algo de compañía, es una fortuna que los tres hayamos descansado el día de hoy

- ¿Eh? Serjay no creo que eso sea lo más adecuado, no me gustaría causarte problemas… - pronunció el rubio en un intento de librarse del ruso

- ¿Un problema? Por supuesto que no, en realidad estoy muy feliz de encontrarte, parece ser que tendremos mucho tiempo para pasar juntos… los tres, seguramente Gregorio opina lo mismo o ¿acaso me equivoco?

- Para nada no me molesta de ninguna forma – pronunció el pelinegro fingiendo una sonrisa

- Serjay eres increíble – mencionó el rubio al masajear su frente con la yema de sus dedos

- Lo sé cariño – afirmó el hombre procediendo a tomar asiento

Fred intentaba asimilar la situación, el estaba teniendo una... ¿cita? Con Gregorio en un buen lugar y de forma tranquila, pero Serjay acaba de llegar a joder, Fred desde luego no era para nada tonto, ya sabía que el pelirrojo estaba actuando por celos y seguramente sería un día difícil.

Al final Serjay también ordenó para comer junto a ellos, formando así un ambiente bastante extraño e incomodo dos hombres interesados en la misma persona conviviendo como si nada, era claro que no podría salir bien, de ninguna forma tal cosa sería posible.

- Eso estuvo muy bueno – habló el pelirrojo al probar el último bocado de sus alimentos

- Si, la verdad es que si - comentó Fred

- ¿Quieren ir a algún lugar?

- Dónde mi chico quiera ir - respondió el ruso tomando la mano del rubio

- Si... entiendo pero mejor déjale a él tranquilo - acto seguido Gregorio apartó la mano del ruso

- Jajaja ¿Qué sucede Gregorio? ¿Acaso no eres tan pacífico como todos pensaban?

- Para nada Serjay, simplemente me parece poco respetuoso de tu parte tocar a Fred de esa forma

- Si supieras lo que he hecho antes... - susurró el hombre con malicia

- ¿Qué has dicho? - cuestionó el pelinegro con cierto enojo

- Nada, nada, Gregorio sólo es que aveces suelo hablar conmigo mismo

- No me fio una mierda de ti

- Ya basta los dos - regaño el rubio - iremos primeramente a una tienda de ropa y de ahí pues ya veremos, solo procuren comportarse que ustedes son hombres adultos

El par asintió al instante ante las palabras del chico que les gustaba, pues lo último que querían era que este joven les dejara abandonados, así que tuvieron que tragarse los insultos que ya se habían mentalizado con tal de que Fred no se disgustara, aunque claro considerando su evidente rivalidad tal vez no sería del todo sencillo.

Continuará...

Hola y adiós

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